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Bendito aparcamiento

Ir a misa los domingos a la parroquia de Nuestra Señora de La Moraleja, en Alcobendas, está siendo una penitencia para muchos feligreses. Y es que desde hace dos meses los vecinos que acuden a la eucaristía de este templo el día festivo de la semana salen de los oficios y se encuentran en los parabrisas de sus vehículos con una multa de aparcamiento bendecida por la Policía Local. Eso, en el mejor de los casos, porque en el peor no encuentran ni coche, ya que la grúa municipal ha cumplido religiosamente con las ordenanzas de tráfico.El problema, a pesar de todo, es bastante terrenal. Cuando se proyectó la parroquia, inaugurada el 12 de diciembre del año pasado, el Ayuntamiento impulsó la construcción de un aparcamiento subterráneo en el edificio para capacidad, al menos, de 20 plazas. La zona en la que está ubicado el templo, el Arroyo de la Vega, está escasa de aparcamientos a pie de calle y el parking solucionaría el estacionamiento para los usuarios del edificio (en la iglesia caben cerca de 800 personas sentadas). La puerta de acceso al estacionamiento debería, además, estar situada a la derecha de un paso de peatones.

El proyecto, sin embargo, sufrió cambios. Las plazas de aparcamiento se ampliaron a cerca de 60 y la entrada de carruajes se colocó justo enfrente del paso de peatones. Al no haber respetado las indicaciones sobre esta última cuestión, el Ayuntamiento ha colocado tres bolardos en el paso de cebra. Resultado: no se puede acceder al parking subterráneo del templo. Alternativa: aparcar como se pueda en los alrededores.

Encomendándose a la fe cristiana, el párroco de la iglesia, Raúl Gómez, confiaba en que la Policía Municipal, entonces, hiciese la vista gorda a los estacionamientos de sus feligreses. No ha habido perdón. "En todos los lugares donde hay iglesias junto a rotondas, como es este caso, normalmente los ayuntamientos, durante las celebraciones o las eucaristías, suelen hacer la vista gorda, pero aquí no. Aquí los domingos hay apostados cuatro policías vigilantes que cuando llega un coche, en vez de avisarles de que no aparquen ahí, le dejan y cuando han aparcado le ponen la multa", cuenta el párroco.

El recuerdo de la misa del domingo en forma de multa ya lo tienen, según el cura, numerosos feligreses y un par de sacerdotes de la parroquia, algo que preocupa especialmente al párroco no ya por el coste económico del asunto -que también, porque las multas alcanzan las 18.000 pesetas-, sino porque ha constatado que, con tal de no ser multados, los vecinos optan por ir a misa a la iglesia cercana de los dominicos.

Como la fe mueve montañas, sin embargo, a última hora de ayer el párroco ya tenía el compromiso verbal del Ayuntamiento de dejar pasar los coches al parking del templo si éstos entraban por un lateral del paso de peatones y la iglesia costeaba el rebaje de la acera. Según el párroco, así sea.

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