Por la calle de en medio

Adecuando su espectáculo al muy francés espíritu de troupe, Les Negresses Vertes han vuelto a embarcarse en una larga gira, haciéndose acompañar de artistas que comparten su mismo sabor callejero y la voluntad de mezclarse con cualquier cosa, artista o tendencia que sea lo suficientemente distinta, real e interesante. Del exhaustivo cartel de la velada y aparte del grupo estrella, hay que resaltar la extraordinaria actuación de ese entrañable y singular personaje que es El Pollito de California. Nacido en EEUU, pero con cada mitad del corazón puesta en Madrid y Granada, el Pollito ha dado un salto cualitativo en su oferta musical, al hacerse rodear ahora de un numeroso grupo de músicos que dan empaque y realce a su singular propuesta de flamenco/rumba la mar de heterodoxa. De su potente actuación cabe destacar su interpretación de La pared, del llorado Bambino. Mucho arte tiene este Pollito y es lástima que la industria no le haya dado aún la opción de plastificar sus obsesiones musicales; aquellas que le hicieron cambiar de país y hasta de continente.Les Negresses Vertes, por su parte, salieron a escena a defender su último trabajo: el disco Trabendo, producido por el británico y mago de la electrónica Howie B. El grupo, que ha acusado la marcha de cuatro de sus componentes originales y la muerte de su primer y carismático vocalista, Elno, decidió tirar en su momento por la calle de enmedio y seguir hacia un futuro en el que baile y electrónica marcan la pauta a seguir. En su nuevo directo destacan las voces compartidas y un cierto enfriamiento -al menos en la primera parte del repertorio-, debido a la acusada tendencia a la repetición que produce el hacer música con ayuda de máquinas. Sin embargo, el legendario espíritu de fiesta callejera, de canalleo parisino, de olor a kebab o a churros, vuelve a dejarse ver cuando los músicos relegan la electrónica a un segundo plano y el acordeón, la guitarra española y los vientos tejen una urdimbre de sonidos vivos y de ritmos directos y calientes. Fue en esta parte de la actuación en la que sonaron las piezas más celebradas -Zobi la Mouche, Roubliblis y Bodega- para delectación de un numeroso público que abarrotó el recinto y movió las caderas hasta producirse agujetas.