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Reportaje:

El Arriaga acoge la música y el humor del 'Bromato de Armonio' de Les Luthiers. Un pacto con el humor

Tras más de 30 años sobre los escenarios y más de cuatro representando la obra Bromato de Armonio, el quinteto argentino Les Luthiers llegaron ayer a Bilbao derrochando simpatía, buen humor y pasión por el espectáculo; tanta que parecían unos debutantes ante su gran estreno. "Perdonen el retraso, pero había ahí fuera unos fotógrafos", se disculparon al entrar en la sala de prensa. "Uy, aquí hay otros fotógrafos, pero de los que hacen imágenes que se mueven", se sorprendieron ante las cámaras de televisión. El tono lúdico de Les Luthiers no decayó ni un momento mientras desgranaban el montaje que les ha llevado ya por los escenarios de todo el mundo, su "penúltimo espectáculo" ya que en Buenos Aires han estrenado lo que será su nuevo montaje en España en 2002, Todo por que rías.Quien quiera verlos entre el tatro bilbaíno hasta el próximo domingo habrá de apresurarse: las entradas están prácticamente vendidas.

No podía ser menos. Avalado por el éxito que ha tenido donde se ha representado, el montaje Bromato de Armonio ha conquistado al público vasco antes de haberse anunciado..

La obra goza del humor inteligente del que siempre ha hecho gala el quinteto argentino, melodías fabricadas con sus ya clásicos "instrumentos informales" y una larga serie de historias con una crítica más o menos corrosiva. "Bromato de Armonio tiene dos novedades respecto a las anteriores: que aparece Mastropiero [el figurado compositor de algunas de sus mejores piezas] en carne y hueso y que hay un número que continúa durante todo el espectáculo", comentó Marcos Mundstock.

El número en cuestión es La Comisión -Himnovaciones-, una historia sobre "unos políticos que van a visitar a un músico para que modifique el himno nacional" en provecho propio. "Esta vez hemos tocado los temas un poco más de cerca, son más concretos. Hasta ahora criticábamos temas más generales, más vagos", comentó Mundstock.

Los "instrumentos informales" hacen su presencia en la pieza La princesa caprichosa. "Un juglar quiere ganar el amor de una princesa con unos instrumentos cada vez más aparatosos, porque piensa que eso es lo que quiere ella, un instrumento grande. Y, por supuesto, le dan calabazas", puntualizó Carlos Núñez Cortés. La música de esta historia surge del glisófono neumático, la marimba de cocos, la bocineta, varios omnis (objetos musicales no identificados) y de otros artilugios de pelaje similar.

Esta medicina que recetan Les Luthiers cura de todos los males con la mejor arma, la risa. Los cinco componentes del grupo están encantados porque han comprobado que su público se renueva. "Cada vez vienen más adolescentes. Antes lo hacían con sus padres y ahora solos. Creo que nuestro humor se ha refrescado, que estamos cerca de esos jóvenes", asegura Mundstock, quien confirma que, a pesar del paso del tiempo, "la gente se ríe de lo mismo ahora que hace 30 años".

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Los temas de sus historias no están basados en un hecho concreto, "en la noticia de primera página"; corresponden a un trabajo muy elaborado. También en los personajes. "Hablamos de prototipos", indicaron. Sin embargo, no pueden evitar que allá donde recalan su público relacione sus parodias con sucesos del propio lugar. "La realidad está cerca de los prototipos", reconocen. "Diez años antes de la guerra de las Malvinas escribimos una canción, basada en los himnos militares argentinos, Perdimos otra vez. Y luego la gente creyó que se refería a las Malvinas", apuntó Mundstock.

Les Luthiers utilizan lo que ellos denominan "un castellano neutral", que pueda entenderse en todos los países de habla hispana, aunque "siempre hay media docena de palabritas que se han de traducir", dice Rabinovich. Lo que nunca varían es "el acento y los tiempos verbales". "El resto es, milagrosamente, el mismo espectáculo".

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