Fuego cruzado sobre la revolución
Teherán acaba de verse sacudida por dos atentados, cuando apenas se cumple un mes de la primera vuelta de las elecciones legislativas del pasado 18 de febrero en las que Irán apoyó mayoritariamente la vía reformista, liderada por el presidente Mohamed Jatamí.El proyecto de modificar el régimen de los ayatolás desde dentro, configurando así una "segunda revolución", parece haber aunado paradójicamente las iras de dos sectores irreconciliables de la sociedad iraní: por una parte, los inmovilistas o conservadores, que, con el Guía de la Revolución al frente, Alí Jamenei, reclaman la aplicación con todo su rigor y pureza de la sharia (ley islámica), y, por otra, los Muyahidin (luchadores) del Pueblo, un ejército considerable en medios y hombres -cerca de 50.000 soldados-, que desde su base principal en Bagdad acusan al régimen de todos los males de Irán.
El fuego cruzado de los dos sectores, tratando de bloquear el proceso renovador de la sociedad iraní, no parece, sin embargo, ser lo suficientemente fuerte como para hacer fracasar el proceso legislativo, que culminará a mediados del próximo mes de abril, cuando, después de la segunda vuelta de los comicios, se constituya el primer Parlamento con mayoría reformista tras la revolución islámica en Irán. Tampoco la presión de la oposición conseguirá modificar la actitud de millones de iraníes que desde hace años reclaman la instauración de un nuevo orden social y económico.
La situación no es nueva. Hace dos años, coincidiendo con el primer triunfo de los reformistas en unas elecciones municipales, que sirvieron de ensayo general a estos últimos comicios generales, Irán vivió ya un periodo de tensión similar, que supo soslayar con éxito, a pesar de la dura represión ejercida sobre intelectuales liberales y el movimiento estudiantil.
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