El decreto de humanidades y otros desencuentros

Uno de los más ruidosos encontronazos entre CiU y el PP durante la pasada legislatura fue el que desencadenó el llamado decreto de humanidades propiciado por Esperanza Aguirre, entonces ministra de Educación y Cultura y posteriormente presidenta del Senado. Bajo la pretensión de potenciar determinados aspectos de la enseñanza de lo que Aguirre entendía por "humanidades", el Gobierno planteó una reforma muy específica de ciertas disciplinas que, tanto por el hecho de que no habían sido pactadas, como por algunos de sus contenidos de escasa sensibilidad catalanista, provocó el rechazo y la irritación del entonces consejero de Enseñanza, Xavier Hernández.El programa del PP, sin embargo, incluía, además de una reforma de la ESO, a la que se opone el Ejecutivo de CiU, una nueva referencia a las humanidades, que supondrá reforzar la enseñanza de la Lengua y la Filosofía y la Historia, tanto universal como de España.

Universidades

Éste no es el único punto de fricción en el campo de la educación. En la enseñanza superior las propuestas de CiU para reformar la legislación universitaria, que ya tuvieron graves dificultades para abrirse camino en Madrid, perderán probablemente más peso cuando el Partido Popular se decida a llevar al Parlamento la reforma de la LRU.

En este campo ha habido numerosas discrepancias, siempre por temas de financiación. Desde las becas, cuya transferencia no ha llegado a consumarse pese a que incluso se llegó a anunciar un acuerdo en el marco de la Comisión de Traspasos, presidida por el ministro Mariano Rajoy, hasta el reciente plan para la estabilización del profesorado universitario que enfrentó al comisionado para Universidades de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, con el secretario de Estado, Jorge Fernández Díaz. En ambos casos, CiU no estaba de acuerdo con la proporción de dinero que le correspondía, ni tampoco con las directrices para hacer el reparto.