Los méritos de un chiquillo de Bormujos

"Estoy más nervioso que un bistec de tres chicas". Sonriente, fumando y tembloroso de alegría, llegó anoche el actor Juan Diego al teatro Central de Sevilla, donde la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (Asecan) le rendía homenaje en la entrega de sus premios anuales de cine. Antes del actor, numerosos artistas, cineastas, gente del teatro y músicos, la mayoría amigos suyos, habían ido desfilando por el vestíbulo del teatro, ante los flashes de los fotógrafos y cámaras de televisión que se agolpaban en busca de una cara conocida. Allí estaban el cantante Javier Gurruchaga, que mostraba una fotografía enmarcada en la que aparecían él, Juan Diego y su hijo, realizada en el estreno del filme Siempre hay un camino a la derecha, de José Luis García Sánchez. "Es muy apropiada para un día como hoy", le comentó al cantante Víctor Manuel, que llegó acompañado de Ana Belén y Miguel Ríos. "Qué te voy a decir, conozco a Juanito hace 30 años. Es más que un actor. Es una ONG él sólo. Como persona, no conozco a nadie más solidario, entregado y generoso, por eso se le quiere tanto. Y como actor cada vez es mejor, ahora lo es muchísimo más que hace 30 años", decía Víctor Manuel, a quien le liga una estrecha amistad con Diego: "Es hasta el padrino de mi hija, aunque no está bautizada".

Pese a los reconocimientos que está recibiendo últimamente -un Goya al mejor actor de reparto por París-Tombuctú, el premio José Val del Omar de la Junta de Andalucía, entre otros-, Juan Diego se sigue considerando "un chiquillo de Bormujos, un trabajador de la cultura con conciencia de clase y un obrero del cine y el teatro, aunque cualificaíllo", precisa el actor, que ha trabajado a las órdenes de directores como Mario Camus, Bigas Luna, Carlos Saura o Imanol Uribe, Él asume el homenaje como un reconocimiento al cine andaluz. "Algo se está moviendo en el cine en Andalucía con películas como Solas" señaló.

El actor, que ha demostrado su versatilidad tanto en la pantalla como en el escenario para encarnar los más diversos personajes (desde Franco en Dragón Rapide o el señorito mezquino de Los santos inocentes a San Juan de la Cruz en La noche oscura, de Carlos Saura, o el padre fanático de El rey pasmado, por el que recibió otro Goya en 1992), sigue creyéndose lo que hace porque es un enamorado de su profesión, pero no olvida la autocrítica. "Cuando uno ama su trabajo cree que lo hace muy bien, pero cuando pasa el tiempo te das cuenta de que no es para tanto. Es necesario ejercer siempre la crítica sobre el trabajo de uno". Tal vez por eso no soporta verse en cine o televisión. "Después de cinco minutos, ya no aguanto más".

A la entrega de los premios de Asecan, que celebraba su decimoctava edición, también asistieron los cantaores Enrique Morente y Carmen Linares, el actor Pepe Sancho, la cantante María Jiménez y los cineastas Antonio Giménez Rico - que dirigió a Juan Diego en la película Jarrapellejos, en 1987- y Antonio Isasi. Todos coincidían en la apreciación de la trayectoria profesional y en las muestras de cariño hacia el actor. "Ya era hora de que le hicieran un homenaje en su tierra" apuntaba Carmen Linares. "Un defensor del arte y la libertad, un tío al que la gente del flamenco y el teatro, y todo el mundo, queremos muchísimo", añadía Morente. En la ceremonia se concedió un premio especial a los productores Carlos José Fraga, por Yerma, y Antonio Pérez, por Solas y Nadie conoce a nadie.