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Entrevista:MIKE FIGGIS - DIRECTOR DE CINE

"El cine británico no existe"

Elsa Fernández-Santos

Mike Figgis tardó ocho años en decidir el reparto de Señorita Julia, la película basada en la obra de August Strindberg que relata la pasión entre una joven aristócrata sueca y el criado de su padre. La demora no se debió a la indecisión del cineasta, sino a la interminable espera al sí de dos estrellas: la francesa Juliette Binoche y el norteamericano Nicholas Cage, quien precisamente tras ganar un Oscar por la película de Figgis Leaving Las Vegas "se puso imposible", dice el director."Señorita Julia aspiraba a ser una gran producción de Hollywood, pero, afortunadamente, no fue así", explica el cineasta británico. Figgis se hartó, rodó la película en 16 días y 16 milímetros y el peso del drama de Strindberg recayó en dos actores ajenos al estrellato: Peter Mullan (ganador en el Festival de Cannes de 1998 por su interpretación de un obrero alcohólico en Mi nombre es Joe, de Ken Loach) y Saffron Burrows.

"La carga erótica de la película es menor a su carga social", afirma Figgis sobre Señorita Julia, "la tensión sexual es deudora de la tensión social que existe entre ambos personajes". El cineasta utilizó para la escena de sexo de la película un montaje experimental en el que precisamente no existe montaje y se proyectan a la vez en la pantalla las escenas desde el punto de vista de las dos cámaras con que se rodó el plano. "El sexo en cine es especialmente perverso. Mientras no lo es en el cine porno, ya que el espectador es un invitado más para contemplar lo que ocurre, en el cine convencional el espectador es siempre un mirón que entra en la intimidad de una pareja. Meter dos cámaras y ver lo que ocurre en los dos planos es una manera de evitar esa perversión, no es uno solo el que mira".

En su nueva película, Time code, Figgis lleva todavía más lejos su negación del montaje y divide la pantalla en cuatro. Durante 93 minutos y con más de doce actores en pantalla, todo transcurre en cuatro planos. "Se trata de una comedia negra sobre Hollywood", explica el director. "Es una película muy experimental".

Para Figgis (que se considera un cineasta "internacional y de alguna manera desubicado"), "el cine británico ha dejado de existir". "Nothing Hill no es cine inglés, es cine de Hollywood". "Quizá sólo Full monty me pareció una película representativa o que hablaba de un humor real. Pero Inglaterra no es como España, donde la gente, de alguna manera, se identifica con su cine. Almodóvar es muy español, creo".

Figgis, que se queja de que Señorita Julia ni siquiera tenga distribuidora en su país, se ha convertido en un defensor del poder que el movimiento Dogma (que reivindica un cine artesanal, sin imposturas autorales, sin efectos, con sonido en directo y cámara en mano, entre otras condiciones) significa. "Dogma no es nada nuevo. Godard es el padre de Dogma. Cassavettes es el padre del Dogma americano y Ken Loach es el padre del Dogma inglés. Cada 15 años debe surgir un movimiento así que le diga a Hollywood que está gordo y apoltronado en su asiento. Dogma me parece un movimiento sano que se puede convertir en algo tan peligroso como un movimiento religioso. He visto a jóvenes cineastas norteamericanos hablar de Dogma como del Dalai Lama, y eso es preocupante. La gente joven necesita pautas, una disciplina, reglas para seguir, y Dogma se las da. Hoy, ante la sobredosis de posibilidades tecnológicas, el movimiento Dogma te resuelve esa gran duda. Puede ser peligroso".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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