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Gaudí inicia la marcha a los altares

El Vaticano ha autorizado el inicio del proceso de beatificación del arquitecto Antoni Gaudí, creador del templo de la Sagrada Familia. Con una rapidez inusual en estos casos, teniendo en cuenta la controversia que siempre ha provocado el célebre arquitecto, la Santa Sede ha atendido la petición formulada el pasado 22 de diciembre por el cardenal arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles.Si una causa penal se instruye contra un acusado a partir de la existencia de indicios racionales de criminalidad, el proceso de beatificación de Gaudí se ha abierto precisamente por la existencia de indicios sobre sus virtudes teologales. Muchos de ellos son indicios irracionales, ciertamente, pero el caso es que los obispos catalanes autorizaron el 6 de mayo de 1998 que se iniciara la fase previa de la causa de beatificación que ahora ha acabado autorizando el Vaticano.

Los obispos atendieron de esa manera la peticíón formulada meses antes por la Asociación pro Beatificación de Antonio Gaudí, creada por un grupo de cinco amigos el 10 de junio de 1992 y a la que se vincula con el Opus Dei.

Lo indiscutible es que esa asociación ya obtuvo su primer éxito cuando logró que el arquitecto fuese declarado "siervo de Dios" y ahora, con la autorización del Vaticano, Gaudí ha subido otro decisivo escalón en esa marcha a los altares. Los indicios teologales a favor de Gaudí reunidos hasta ahora son un tanto difusos y se solapan entre su compleja personalidad y su impresionante templo, definido como "un catecismo de piedra" por los impulsores de la beatificación.

Pero al margen de la arquitectura, los promotores aseguran que una persona que se encomendó a Gaudí expulsó una piedra del riñón, que otro aprobó una carrera y que un tercero ganó un premio importante. Se habla incluso de que algunas personas de otras culturas y religiones se convierten al cristianismo cuando visitan la Sagrada Familia.

A partir de ahora esos indicios teologales deberán adquirir la categoría de mérito. Y ese es el trabajo que corresponde a la llamada fase diocesana de la beatificación, que se inicia ahora y que puede durar entre uno y dos años.

Esta fase comenzará formalmente en las próximas semanas con un acto público en el que quedará constituido el tribunal eclesiástico que ha de realizar una especie de instrucción de la causa y que concluirá con un informe en el que se tome posición sobre la necesidad o no de beatificar a Gaudí. Ese tribunal está compuesto por cuatro personas, todas ellas designadas por el arzobispo: el juez instructor, el promotor de justicia o abogado del diablo, el notario principal y el notario adjunto.

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El tribunal instructor analizará diversos documentos históricos y llamará a declarar a numerosas personas para acreditar o no las virtudes teologales de Gaudí, fallecido en Barcelona el 10 de junio de 1926 a la edad de 74 años tres días después de que lo atropellara un tranvía. El arzobispado de Barcelona informó ayer de que "para dar cumplimiento a las normas de la Congregación de la Causa de los Santos [que es como se llama el organismo del Vaticano que ha autorizado el proceso de beatificación] se ha tomado declaración a diferentes personas que conocieron personalmente a Antoni Gaudí, cuyo testimonio se podría perder por razones de edad".

En esta fase diocesana de la beatificación interviene también el llamado actor o vicepostulador de la causa. Esa figura corresponde al sacerdote Lluís Bonet Armengol, rector de la parroquia del templo de la Sagrada Familia. Bonet es uno de los fundadores de la asociación promotora de la beatificación junto al arquitecto José Manuel Almuzara, presidente de la entidad; el escultor japonés Etsuro Sotoo, así como el ingeniero José Luis Lázaro y el también arquitecto Xavier Francitorre.

Que este grupo de amigos se ha acabado convirtiendo en algo más que un influyente lobby es algo de lo que no hay duda. Mosén Bonet, por ejemplo, es hijo del principal discípulo que tuvo Gaudí en las obras de la Sagrada Familia y hermano del arquitecto Jordi Bonet, que dirige actualmente las obras de construcción de la popular basílica.

La fase diocesana concluirá con otra sesión solemne de clausura en la que todo el material recopilado se lacrará y se remitirá al Vaticano. Así empezará la llamada fase de Roma, en la que se analizarán los documentos, opinarán los cardenales y finalmente el asunto llegará a la mesa del Papa, que será quien finalmente conceda o deniegue la beatificación. Si la concediera, podría iniciarse la fase de canonización, pero en ese caso ya no bastarían las virtudes. Haría falta acreditar un milagro.

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