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El cambio de Gobierno en Siria potencia el papel del hijo de Asad

El presidente sirio, Hafez el Asad, aceptó ayer la dimisión del primer ministro Mohamed al Zohbi y colocó a la cabeza del Gobierno a un tecnócrata -Mohamed Mustafá Miro, gobernador de Alepo- con la misión de luchar contra la corrupción, modernizar la Administración y relanzar la economía, proyectos en los que al parecer su predecesor ha fracasado. El nombramiento pone de manifiesto la creciente influencia del hijo del mandatario sirio, Bachar y sus posibilidades de sucederle.

El nombramiento de Miro ha sorprendido en medios políticos occidentales, donde se daba por segura la designación del ministro de Asuntos Exteriores, Farouk al Shara, como jefe de Gobierno, lo que hubiera reforzado las negociaciones de paz con Israel a las que éste ha venido dedicándose en los últimos meses. La designación de Miro, un político prácticamente desconocido en los medios internacionales, fue sugerida a El Asad por su propio hijo, Bachar, según desvelaba éste ayer en una entrevista publicada por el periódico Al Hayat de Londres. En ella, aseguraba haber recomendado a su padre y a la dirección del partido gubernamental Baas el nombramiento como primer ministro de "ciertas personalidades competentes", con la especial misión de "erradicar la corrupción y modernizar la Administración".

La formación del nuevo Gabinete y estas mismas declaraciones son pruebas evidentes de que el hijo de El Asad está asumiendo rápidamente cuotas importantes de poder dentro del régimen de Damasco, aunque él trata en todo momento de minimizar su influencia asegurando que es, "simplemente, un oficial del Ejército" y sometiéndose a la disciplina de un partido, que formalmente deberá nombrarlo un día como sucesor de su padre.

El proceso de sucesión a favor de Bachar, dentro del régimen de Damasco, se ha acelerado en los últimos meses, mientras crecen con insistencia los rumores con respecto a la gravedad de la enfermedad que desde hace varios años sufre su padre, lo que le ha llevado a vivir prácticamente enclaustrado en su palacio.

Un reciente informe de los servicios secretos norteamericanos asegura que el presidente de Siria sufre "pérdidas de lucidez pasajeras", al tiempo que tiene "ausencias" y "disminuye su capacidad de concentración", lo que le lleva a pronosticar que al León de Damasco, de 69 años, le quedan entre "un día y dos años de vida".

El nuevo primer ministro sirio, que deberá formar su equipo de Gobierno en los próximos días, deberá "decidir" si incluye en el equipo al ministro de Asuntos Exteriores, Al Shara, lo que supondría un apoyo incondicional a las negociaciones de paz con Israel, a las que este diplomático ha dedicado grandes esfuerzos hasta el punto de provocarle una enfermedad cardíaca hace pocos meses.

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Shara, un fiel colaborador de El Asad, fue el encargado el pasado mes de diciembre de liderar el equipo negociador que se reunió con el primer ministro israelí, Ehud Barak, en Estados Unidos, bajo la égida del presidente Bill Clinton. En la actualidad, este mismo funcionario controla los contactos indirectos que, a través de la Casa Blanca, se mantienen con el Gobierno hebreo y con los que se intenta sentar la base de una nueva ronda de negociaciones.

La diplomacia siria, controlada especialmente por El Asad, tiene pendiente reanudar en todas sus facetas las negociaciones con Israel, interrumpidas desde el pasado 10 de enero por decisión de Damasco como protesta por la negativa de Israel a confirmar su decisión de devolver los altos del Golán, ocupados desde 1967. Este paréntesis en el proceso de negociación con Israel parece ser táctico, ya que el presidente sirio ha confesado reiteradamente a sus confidentes: "Quiero la paz y la quiero ahora".

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