FARMACOLOGÍA Efectos adversos sobre la conducción de vehículos Los antihistamínicos atontan más que el alcohol
Los antihistamínicos, unos medicamentos de uso habitual en el tratamiento de procesos alérgicos, pueden afectar más a la conducción que un nivel de alcohol en sangre superior al permitido (0,08 gramos de alcohol por litro de sangre en Estados Unidos y 0,5 en España), de acuerdo con un estudio que se publica hoy en la revista Annals of Internal Medicine. Un equipo de investigadores de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) ha llegado a esta conclusión tras estudiar la conducción de personas con rinitis alérgica a las que se les había administrado difenhidramina, fexofenadina, alcohol o un placebo.La capacidad de conducción, evaluada en un simulador resultó peor tras tomar difenhidramina, incluso peor que con un nivel legal de alcohol en sangre. Por el contrario, la conducción después de tomar fexofenadina era similar a la realizada después de tomar el placebo."Se sabe que los antihistamínicos de primera generación, como la difenhidramina, afectan a la capacidad de conducir. Sin embargo, nos sorprendió descubrir que este antihistamínico influye más que el alcohol", afirma John M. Weiler, profesor de medicina interna y principal autor del estudio. "En cambio, descubrimos que la fexofenadina, un antihistamínico de segunda generación, no afecta a la conducción".
Los participantes, según Weiler, no podían predecir sus problemas de conducción basándose en la somnolencia que sentían. "La somnolencia estaba sólo débilmente asociada a anomalías en la conducción como no respetar la distancia mínima, la inestabilidad de la dirección o pisar la línea del centro", afirma. "Estos resultados sugieren que las personas deberían leer cuidadosamente las advertencias de todos los medicamentos. Incluso aunque no se note somnoliento después de tomar antihistamínicos o alcohol, uno puede tener dificultades para conducir". En España, los prospectos de los medicamentos que contienen antihistamínicos deben incluir una advertencia relativa a los posibles efectos sobre la capacidad de conducir vehículos y manipular maquinaria peligrosa. "Los antihistamínicos de segunda generación afectan menos que el alcohol y los antihistamínicos de primera generación", afirma Weiler. En esta investigación participaron 40 conductores de 25 a 44 años que padecían fiebre del heno (alergia al polen de gramíneas) y que habían tomado antes antihistamínicos.
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