Pensamiento y analogía
Al señor Heredero, de Ginebra, le hicieron en EL PAÍS el favor de omitir parte de una carta suya. Ingenuamente, la remite de nuevo (28 de febrero de 2000). En ella insulta gravemente a dos lingüistas, C. Lomas y A. Tusón, que habían reiterado (junto con la totalidad de los que saben algo de eso) que no hay fundamento alguno para juzgar a una lengua superior a otras. De esta "equidistancia" o "relativismo facilongo" infiere, "por analogía", que "se alinean" junto a quienes guardan un "punto medio... entre matar y no matar".Siempre habrá astrólogos, creacionistas y seres que confunden el pensamiento con la analogía, y es evidente que si no se dignan pensar no podemos debatir con ellos. A quienes busquen criterios racionales, les remito al libro de Juan Carlos Moreno sobre el tema, que publica Alianza estos días.
Aquí sólo puedo resaltar un supuesto oculto de la invectiva ginebrina y de otras semejantes: si hay "lenguas que cierran las puertas al mundo", ha de ser porque el tenerlas impide adquirir otras. Y, sin embargo, los minoritarios daneses, holandeses, estonios, fineses, eslovenos o griegos hablan muchas más lenguas, y mucho mejor, que la mayoría de los españoles. No sé si el saber no ocupa lugar, pero sí que las lenguas lo amplían.
Cuando uno viaja -por ejemplo, a congresos de lingüística- advierte que, por regla general, los que peor se manejan con las lenguas extranjeras son los hablantes de inglés, español y francés, por este orden. No será, desde luego, porque esas lenguas los limiten. Tal vez a los hablantes de antiguas lenguas imperiales nos cueste percibir cuándo caemos (como todo el mundo si no está alerta) en formas entontecedoras del nacionalismo.- . Profesor titular de Lingüística de la Universidad Autónoma de Madrid.
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