Investigadores, a examen Profesores valencianos contra la "arbitrariedad" de la comisión de evaluación científica del MEC
"¿Qué criterios tiene la Comisión Nacional de Evaluación Científica para evaluar? ¿cómo se pretende que la filosofía de evaluación por tramos incentive la investigación, si tanto si aprueba como si no, el investigador no sabe qué criterios han pesado en la decisión?", se pregunta Ismael Saz, director del Departamento de Historia Contemporánea. Un departamento con 26 profesores que, "conscientes de las deficiencias del sistema nacional de evaluación" (no están en contra del sistema, sí del método), aprobó el 24 de febrero un acuerdo para que la Universidad de Valencia promueva en la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas la revisión del funcionamiento de la CNEC, dependiente del Ministerio de Educación. En Madrid, la Facultad de Ciencias Sociales también "lo ha puesto sobre la mesa. El tema es objeto de reflexión en muchas facultades y departamentos españoles". El problema, a su juicio, afecta a todas las áreas, pero establece diferencias entre las Ciencias Experimentales, donde los criterios están más consensuados y hunde el dedo en la llaga, ante "la indefensión del investigador de Ciencias Sociales o Humanidades por falta de referencias objetivadas". "Las consecuencias", recala Saz, "son la falta de transparencia y discrecionalidad enormes" y "la abundancia de recursos en los tribunales". El contencioso tarda años, pero suele dar la razón. El departamento cree que la Junta de Gobierno de la Universidad debe pronunciarse "al tratarse de una situación académica que afecta a todos".
Para solicitar un sexenio de investigación se requieren cinco artículos, al menos dos nuevos, en las mejores revistas, y los tres restantes en otras publicaciones. En el campus de Paterna, donde están los nuevos institutos de investigación, Aurelio Beltrán, director del Departamento de Quínima Inorgánica, uno de los más consolidados y reconocidos en la evaluación, reconoce que las quejas existen, sobre todo, en el sentido de la discrecionalidad técnica sobre qué revistas son especializadas y cuáles no. "El campo de la innovación científicotecnológica en cerámica es muy fuerte en el campus de la Jaume I, pero los investigadores prefieren publicar todas sus investigaciones en revistas locales, que son las que tienen incidencia y aplicación en el sector industrial de su ámbito geográfico, ya que la publicación en revistas americanas no atiende a la necesidad inmediata". Beltrán advierte del riesgo añadido de que el MEC se ciña a los indicadores estadounidenses y deje los parámetros de viabilidad de la investigación aplicada española en manos de los intereses exclusivamente americanos. "La mayoría de revistas científicas internacionales indexadas de prestigio son estadounidenses, y EE UU tiene su propia política de investigación. Las consecuencias de esto las estamos empezando a ver en el Science Citation Index (ICI). Ya no hay ninguna española".
Aello se añade la desigualdad por áreas de solicitudes aprobadas. Derecho se lleva el 60% y 70% de las peticiones, mientras que los ingenieros han tenido muchos problemas de reconocimiento. El problema económico tampoco escapa al debate. Lo que se pide a un catedrático y a un titular para cumplir un tramo es lo mismo, pero no lo que se les paga. El tramo de un catedrático se valora en 16.000 pesetas mensuales, mientras que el titular cobra 13.000. En la práctica, un profesor que quiera culminar su trayectoria investigadora en la universidad deberá tener unos 30 años de servicio para cobrar el máximo de 100.000 pesetas más, que corresponden a 5 quinquenios docentes y 5 sexenios de investigación.
"El sistema tiene que perfeccionarse. Si piden un debate, están en la razón y puede servir para mejorar la cualificación del sistema", resume el vicerrector de Investigación, Francisco Tomás, quien subraya que "hace un año se abrió el debate nacional y se anunció la provisión de fondos para analizar y perfeccionar el sistema. Aún no se sabe qué se ha hecho y cómo se va a materializar". La conclusión para Saz es dramática: "Este sistema de evaluación deja al investigador docente en una situación de indefensión que no se da en ninguna de las áreas y tramos de la formación académica. El alumno puede revisar la correción de su examen. Los investigadores no".
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