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Condenado a siete años por violar a la mujer con la que convivía

La Audiencia Provincial de Vizcaya ha condenado a siete años de cárcel y al pago de una multa de siete millones de pesetas a P.A.D., de 58 años, por un delito de agresión sexual contra F.E.P., la mujer con la que convivía y de la que tiene un hijo menor de edad. El agresor espetó a la víctima que "era su mujer y su obligación es hacer lo que él manda" cuando se negó a acceder a sus deseos.La resolución judicial ha aplicado al acusado la atenuante de embriaguez, ya que la mujer declaró en la vista oral que "llegó a casa bebido". El fiscal había pedido ocho años de prisión y una indemnización de dos millones. La acusación particular solicitó diez años y una multa de diez millones. La defensa, la libre absolución. El tribunal estima que la violación "atenta a lo más íntimo de la persona, sometiéndola a un trato vejatorio y degradante y causa un daño moral que debe resarcirse".

Los hechos se produjeron hacia la medianoche del 30 de julio de 1996. La víctima se encontraba durmiendo en el sofá de la sala, como venía haciendo, dadas las malas relaciones entre la pareja. Entonces, P.A.D. llegó a casa y pidió a la mujer que le acompañara a la habitación para mantener relaciones sexuales. Ella se negó varias veces, lo que enfureció al agresor, quien logró arrastrarla por la fuerza hasta el dormitorio. Ya en el cuarto, "lanzó sobre la cama a F., que fue a chocar con su cabeza contra una de las mesillas, le rasgó la camisa del pijama y la braga y, teniéndola amedrentada, temerosa de que el hijo pudiera despertarse, dio satisfacción a sus deseos".

El condenado mantuvo "hasta la saciedad" en el juicio que mantuvieron relaciones sexuales "placenteras", de suerte que tras hacer el amor se quedó traspuesto en la cama. La mujer aprovechó la situación para presentar una denuncia ante la policía. P.A.D. reiteró que dijo a su mujer que iban a hacer el amor para celebrar que la comunidad de vecinos había echado a su presidente. El tribunal no le creyó y estimó que el testimonio de la víctima es "firme y veraz", corroborado por la prueba pericial.

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