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JUAN CARLOS PÉREZCOMPOSITOR Y CANTANTE

"Los músicos entramos en el género canción como impostores"

JC Pérez es actualmente el nombre artístico de Juan Carlos Pérez (1958, Mutriku), quien fuera líder de Itoiz, banda pionera del rock y del pop en euskera con la que publicó siete elepés hasta 1988. Pero el cantante y compositor guipuzcoano no está de actualidad porque se haya materializado la reunificación de la célebre banda, sino porque ha visto la luz Ikaro (Elkarlanean), su quinto trabajo en solitario. Se trata de un elepé en el que se abre a la música electrónica y que responde a un encargo de la compañía teatral Maskarada: crear la música de su obra de igual título, que se estrena el día 10 en el Serantes Kultur Aretoa de Santurtzi y en cuya puesta en escena participa Pérez.Pregunta. ¿Qué se va a encontrar quien compre Ikaro?

Respuesta. Canciones directas, concisas y sin mucho ropaje arreglístico. Más que nada por estar pensadas para un espectáculo audiovisual, quisimos que tuviera ese espíritu de ópera rock. Hablábamos mucho de Who, de Quadrophenia y de Tommy, que es lo que hemos vivido cuando empezamos. Pero, claro, no puedes ponerte a hacer eso hoy en día, sería casi rock progresivo. Hemos querido hacer canciones con sonido de hoy y crudas, pero manteniendo una estética pop, que cada canción cuente una historia, independientemente de que el disco esté contando la historia de la obra de teatro.

P. Descarta hacer rock progresivo. ¿Se guía por modas?

R. No, pero sí. No tienes más remedio, porque tampoco vas ahora vestido como en los años setenta. Nadie es tan fiel; sin darte cuenta te la están metiendo todo el tiempo.

P. ¿Cuándo descubre la electrónica?

R. Bueno, es inevitable. Eso es como si alguien dice hoy que no tiene ordenador y, sin darse cuenta, seguro que tiene un móvil o un coche, y ahí dentro hay un ordenador. Estamos atrapados por eso, y el lenguaje de las máquinas también está encandilando al mundo del rock. Es atractivo porque es una cosa nueva y, sobre todo, es divertido, te lo pasas bien haciéndolo.

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P. ¿Se han roto todos los prejuicios que había alrededor de la electrónica?

R. No sé, pero, desde luego, ya no es que sea una cosa de techno o rock alemán, tipo Kraftwerk. Cualquier grupo combina elementos convencionales con electrónicos y, a veces, sin darse cuenta.

R. Sus letras tienen regusto poético. ¿Hasta qué punto tiene inquietudes literarias?

R. Me gusta mucho la poesía, leer, pero para mí el de la literatura es un compartimento muy diferente al de la música. Lo que pasa es que, cuando hablamos del género canción, hay esa especie de prostitución o de obligación de tener que compartir dos lenguajes. En el fondo, los músicos entramos en el género canción como impostores, porque ése es un género literario. En origen son historias que se cuentan y que se acompañan de una música para que sean más agradables. Además, esta vez lo que más me ha costado ha sido hacer los textos, irlos aligerando, quitarles peso, llegar al espíritu de Jimi Hendrix, de los Beatles o de la música pop, donde en principio no tienen tanta importancia. He ido hacia allí, pero todavía tengo un regusto literario y cultureta.

P. ¿Qué le atrae de la figura de Ícaro?

R. Que es la insatisfacción, la necesidad de huir o de enfrentarte. Eso sigue siendo válido para cualquier persona.

P. ¿Exageran quienes consideran a Itoiz un pilar esencial del pop y del rock vasco?

R. Hombre, tampoco es difícil... Ahora mismo sería una hipocresía decir que no, porque ha dejado canciones populares de las que se siguen haciendo versiones. Ha llegado a la gente. Pero no tengo tiempo para añorar. Compartimos escenario con el rock radikal vasco, el primero, el potente, el de Cicatriz, Hertzainak, Barricada y La Polla Records; y ahora, mirándolo con perspectiva, creo que eran grupazos. Casi empiezo a sospechar que ésa, de 1978 a 1988, fue la época clásica del rock vasco. Aunque ya no sigo mucho la escena, me llaman otros ruidos. La música de cámara, por ejemplo.

P. ¿Cuáles son hoy sus aspiraciones?

R. Quiero seguir trabajando con cuarteto de cuerda y escribir música para que se interprete. Es un mundo un poco paralelo, como si yo fuera un poco Géminis esquizofrénico, pero me atrae. Ése es el punto literario de la música: lápiz y goma, y hacer música para que otra gente la lea y la interprete.

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