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Reportaje:

La Carolina, 'territorio Palacios'

El pueblo está marcado por la figura del senador del PP, que ha gobernado vidas, haciendas e industrias durante 40 años

Tereixa Constenla

Carlos III se inventó La Carolina para atajar el bandolerismo de Sierra Morena. A medio camino entre Andalucía y La Mancha, equidistante de Madrid y Sevilla (a 269 kilómetros de cada una), ni andaluza ni manchega, La Carolina (Jaén) es una ciudad ordenada hasta la cuadrícula. Pero su racionalismo urbanístico, fruto de las tendencias imperantes en la época de su fundación (la Ilustración del siglo XVIII), salta por los aires en el terreno político, campo abonado para divisiones irracionales, personajes absurdos y tácticas anacrónicas.Más que por enfrentamientos ideológicos, sus casi 15.000 habitantes jalean como una hinchada deportiva, a favor o en contra, la figura de su todopoderoso alcalde y candidato a senador, Ramón Palacios Rubio (PP). La mera supervivencia política de Palacios -que ha pasado la mitad de sus 79 años como regidor- y glorias locales como Bartolomé Rubia, Bartolín, quien se autosecuestró durante su etapa como concejal del PP en la legislatura anterior, alimentan el pintoresquismo como si de una seña de identidad municipal se tratase.

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Ante los pies de Bartolín, desde que protagonizó aquel rocambolesco episodio, se ha abierto un abismo social, acrecentado por la animadversión que produce en el alcalde la figura de su antiguo prohijado político. Que Ramón Palacios encabece una exclusión no es moco de pavo: significa el aislamiento de su círculo social y, de ser ciertos los cálculos de la oposición socialista, quedar fuera del mercado laboral. "Más del 80% de los empleos son recomendados por el alcalde", sostiene el portavoz municipal socialista, Javier Casino.

Listas de empleados

Verdad o no, en el Ayuntamiento de La Carolina manejan listas detalladas de todas las personas contratadas gracias al Plan de Reindustrialización de la Nacional IV (Jaén), que beneficia desde 1995 a varias poblaciones, entre ellas La Carolina, con el soporte financiero de los Gobiernos central y autonómico.

En días preelectorales, el mercado laboral tiende a dinamizarse. Algunos comerciantes bromean a cuenta de la explosión de empleos municipales que se produce, que la oposición cifra en 268 contrataciones en el último trimestre. Para lo que sea. A un parado acaban de contratarlo para que vigile a los vigilantes de los jardines. Cuadrillas de cuatro y cinco peones se afanan acá y acullá en arreglar aceras y obras menores. La ebullición se percibe también en las dependencias de Correos, con un goteo constante de peticiones para votar. Si hay otro rasgo que despunta en el pueblo es el alto índice de votantes por correo, aunque fluctúa según los comicios.

Un estudio de los socialistas, que analizaba siete convocatorias electorales celebradas entre 1989 y 1994, reflejaba datos curiosos. En las elecciones locales de 1991, 744 carolinenses (el 8,48% de votantes) eligieron el correo para canalizar sus preferencias políticas. De algunas calles fluyeron regueros de papeletas ensobradas. La trastienda del voto por correo, si es que la hay, llegó hasta el Tribunal Supremo, que archivó por falta de pruebas una denuncia del PSOE contra Palacios, a quien acusaban de haber comprado 600 sufragios en 1994.

La figura del alcalde ha condicionado el perfil de La Carolina -el portavoz socialista, Casino, dice que lleva 40 años "haciendo un pueblo a su medida"-. Palacios cultiva con suma habilidad las relaciones personales. Lo hizo en los sesenta con Franco y Carmen Polo, y lo repite ahora: es buen amigo del matrimonio Aznar-Botella y de numerosos dirigentes del PP. De igual modo, su plan para reactivar la industria en La Carolina a mediados de los noventa disponía de un precedente en la dictadura.

Ya durante su primera etapa como regidor, el alcalde aprovechó su condición de presidente de la Diputación de Jaén (1967-76) para cimentar el desarrollo industrial del municipio con una lluvia de fondos públicos. Desde 1995 ha encabezado un proceso semejante, que ha culminado en la instalación de 47 nuevas empresas y la creación de unos 1.500 empleos, según Antonio Molero, gerente del plan de reindustrialización de La Carolina. El censo de industrias asciende ahora a 90. "Muchas personas están comiendo gracias a mí", dijo el senador el pasado junio.

El municipio ha recibido, en virtud de un convenio suscrito con la Junta de Andalucía y el Gobierno estatal, alrededor de 5.600 millones de pesetas desde 1995, una cifra que casi triplica el presupuesto municipal de 1999 (2.133 millones de pesetas). Las ayudas subvencionan la inversión empresarial, la formación, la creación de empleo o la compra de suelo industrial. Con este dinero, el Ayuntamiento adquiere y urbaniza terrenos y construye naves industriales (57 en este periodo). El resultado, explica Molero, se ha traducido en una notable reducción del paro: en dos años se ha bajado de 1.222 demandantes de empleo inscritos en el Inem a 786.

Estupefacción

Con estos mimbres, Palacios recibió casi con estupefacción los resultados de las últimas elecciones locales de 1999. El alcalde aspiraba a cimentar su mayoría y, sin embargo, las urnas le castigaron con la pérdida de un concejal. Aunque sigue gobernando con holgura (nueve concejales del PP, siete del PSOE y un independiente), la oposición cree que se ha tomado como una traición el resultado. "No he recibido el reconocimiento de mi pueblo", confesaba el regidor en el diario Jaén.

No menos asombro habrá mostrado el senador del PP ante la primera medida de protesta vecinal que le estalla dentro de casa. Varias decenas de personas de la Fernandina, una aldea del municipio que vive del olivar, ocuparon durante algunos días el salón de plenos del Ayuntamiento para exigir un tratamiento respetuoso para su patrón, san Fernando. La pedanía se ha polarizado entre quienes piden la expulsión de los gestores del restaurante montado en el centro social -donde quieren abrir una ermita- y quienes defienden su permanencia. Ha tenido que ser esta pintoresca razón la que ha dado bríos a los vecinos para encerrarse en el feudo institucional de Palacios.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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