Huellas
Conocía a Fernando Buesa tan sólo por sus apariciones en televisión. Pero un viernes, antes de entrar al cine, nos sentamos en una cafetería para hacer tiempo hasta que comenzara la sesión. Estaba con mi hija. Ella me contaba las cosas alegres y divertidas que le habían pasado últimamente. A nuestro lado, en una mesa cercana, Fernando; enseguida lo reconocí, sonreía mientras leía un libro: estaba solo y no podía evitar oír nuestra conversación.Cuando se fue le expliqué a mi hija quién era nuestro vecino y el valor que tenía su actitud firme y valiente en la vida política vasca. Cuando supimos que había sido asesinado, a ambos nos afectó especialmente su muerte. Le pregunté a mi hija si recordaba la película que habíamos ido a ver aquella noche. Me dijo que se trataba de Las huellas borradas. Ojalá que no se borren nunca las suyas ni las de ninguna otra de las víctimas de esta bestia inmutable.- . .
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