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Reportaje:

La Cruz Roja deja la carretera El 64% de las ambulancias y el 47% de las bases tienen una supervivencia inferior a dos años

Luis Gómez

El mapa de carreteras está sufriendo una progresiva transformación en otros terrenos. El tradicional puesto de socorro de la Cruz Roja, con sus ambulancias y voluntarios, abierto las 24 horas del día, va pasando a mejor vida. Serán cerrados o reconvertidos (una ludoteca, un centro de acogida, por ejemplo), fundamentalmente por falta de ambulancias y por la creciente privatización del sector. El 64% del actual parque de ambulancias, que pasó de 1.965 a 1.656, en cuatro años, y el 47% de sus puestos de socorro tienen una supervivencia inferior a dos años, según datos de la propia institución. Cruz Roja argumenta que, con los actuales medios tecnológicos, es posible dar mejor asistencia con menor infraestructura, pero muchas asambleas locales se quejan de falta de información y de pérdida de voluntariado. ¿Pone ello en peligro una actividad tradicional de la Cruz Roja a ojos del ciudadano?"La implantación de bases y puestos de la Cruz Roja respondió en su momento a la red viaria de los años 70, pero ese mapa ha cambiado mucho, como los medios de comunicación de que ahora se dispone", dice Antoni Bruel, coordinador general de Cruz Roja. "Además está la ley de transportes terrestres, que también modifica el panorama". Según los reglamentos que desarrollan dicha ley (1211/1990), una ambulancia deja de estar operativa al cumplir los ocho años, además de abrir el camino a la aparición de empresas privadas dedicadas al transporte sanitario por carretera. "No tiene sentido que nosotros operemos en el centro de Madrid, donde ya está el Samur, por poner un ejemplo", dice Bruel, "por eso nos vamos a zonas desprotegidas, donde no quiere ir nadie". Bruel justifica a la Cruz Roja con estos datos: "Con menos ambulancias hemos aumentado el número de intervenciones. Tampoco era muy práctico tener las ambulancias paradas". Bruel añade que, en la actualidad, Cruz Roja está presente en el 70% de los accidentes de tráfico en España ("los tráficos", en el argot de la casa), un porcentaje contradictorio, puesto que significa que la Cruz Roja sigue siendo muy importante en este apartado. Bruel quiere ilustrar la situación con otro ejemplo: "Antes, en lo que a salvamento marítimo se refiere, estábamos en un barco en alta mar. Ahora, somos los vigilantes de la playa y trabajamos con una zodiac".

Este proceso es, sin embargo, muy discutido en numerosas asamblea locales consultadas por este periódico. "Perdemos ambulancias y cerramos puestos de socorro y no sabemos muy bien por qué. Vemos que las privadas no hacen un buen trabajo, porque van al beneficio y tenemos que ir nosotros donde a ellas no les interesa. Al perder todo eso, perdemos también voluntarios, porque el socorro ha sido de siempre uno de los grandes incentivos de nuestra institución. Y muchos puestos, sólo los abrimos los fines de semana", dicen en una asamblea de Guipúzcoa. "En este momento, en Irún, la segunda ciudad más grande de Guipúzcoa, no hay nadie que cubra emergencias. Sólo se realizan servicios preventivos. Y encima, apenas hay voluntarios para realizar dichos servicios". Donde había 50 ambulancias, ahora quedan cuatro. Ambulancias con menos de 40.000 kilómetros han sido retiradas del servicio, "estando en buen estado porque, lógicamente, tenemos menos movimiento en la capitales que las privadas", dicen en Valladolid. Las quejas son del mismo tono en asambleas consultadas por este periódico en Madrid, León, Toledo y Cádiz. Algunas de estas asambleas tratan de arreglarse el futuro por su cuenta y salvar alguna ambulancia, "ante el desconocimiento de Madrid".

Cuestión de eficacia

Antoni Bruel entiende que las asambleas locales deben ir reorientando su actividad, "a la teleasistencia de personas incapacitadas, por ejemplo, a actividades sociales" y que toda esta reestructuración no significa un panorama sombrío, ni una pérdida de eficacia. "Me acuerdo de un pueblo de Aragón, donde el párroco tocaba la campana de la Iglesia para avisar al carnicero, que era el conductor de la ambulancia, de esos puestos que estaban a la entrada de los pueblos, a veces separados unos de otros en pocos kilómetros. Ahora con los teléfonos móviles y las modernas comunicaciones, es más operativo tener abierta una base donde antes había tres y coordinar los esfuerzos". "Con la formación que nos dan y los equipos de que disponemos, ¿estamos preparados para catástrofes aunque sean en nuestra propia provincia?", se pregunta una voluntaria de Cruz Roja a través de las comunicaciones que se establecen entre voluntarios por Internet, donde se vuelcan muchas de las inquietudes de los voluntarios.

La aparición de empresas privadas es muy contestada desde la base de Cruz Roja porque entienden que son quienes les están apartando de la actividad de socorro en carretera. La cuestión recibe una respuesta diplomática desde la dirección. "Hubo una negociación con la patronal del sector para intentar definir cuál era nuestro papel", responde Bruel. Algunas empresas denunciaron en su día a Cruz Roja por violar las leyes de la competencia, "y nosotros ganamos ese juicio", dice Bruel.

Guerra de cifras del voluntariado

La reordenación del sector de salvamento en carretera significa una abierta discrepancia entre asambleas locales y la sede central de la Cruz Roja en Madrid. ¿Se pierden o no se pierden voluntarios? Madrid contesta negativamente. "En ningún modo se están perdiendo, todo lo contrario", contesta Antoni Bruel, coordinador general, que pone las cifras oficiales sobre la mesa: 146.069 voluntarios en 1998, casi 6.000 más que en 1997. Cruz Roja sigue siendo, en los grandes números, la organización humanitaria más grande del país. Sus gastos de explotación ascendieron a 46.003 millones en 1998 y es la primera en recibir subvenciones tanto por cooperación internacional como de Asuntos Sociales (el 46% sobre un total de 14.731 millones en 1999).Pero esos datos no desglosan las actividades de dichos voluntarios y algunas asambleas locales son recalcitrantes en sus quejas. "Perdemos voluntarios en este sector, porque hay una desmotivación evidente. Nuestro voluntarios se van o, en muchas ocasiones, reciben ofertas de trabajo de las empresas privadas para conducir ambulancias", dicen en Guipúzcoa.

Tal situación se ha puesto de manifiesto durante el proceso electoral. "Damos de baja a voluntarios, pero luego nos encontramos que no ha sido contabilizada esa baja en las listas oficiales", dicen en León, "El censo de voluntarios para las elecciones era un cachondeo", dicen en una asamblea de Valladolid. "Aparecía gente que no era voluntaria, otros que dejaron de serlo hace cinco años. Es decir, que cuando dicen que Cruz Roja cuenta con tropecientos mil voluntarios es absolutamente falso. ¿Por qué entonces esas cifras? Pues, quizá, por aquello de las subvenciones, cuanta más gente tengas trabajando en un programa, más apoyo de las instituciones". "Lo tenemos muy mal hasta los fines de semana", dicen en Madrid, "porque no podemos contratar a personal ni a conductores. En el corredor del Henares (en los alrededores de Madrid) intentamos mantener una base con voluntarios de tres. Nos reunimos con la regional, pero no saben lo que va a pasar. Está claro que se tiende a otras actividades sociales y se tira de un voluntariado de mediana edad que no vale para los puestos de socorro".

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