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Es cuestión de fe

Miquel Alberola

MIQUEL ALBEROLA

Lo diagnosticó Eduardo Zaplana en Alicante durante la epifanía de lo que será el "Hollywood valenciano", por dimensionarlo como Luis García Berlanga, que se va a erigir en Aguamarga junto a lo que tendrá que ser la Ciudad de la Luz, a escasos kilómetros de la lengua fecal del Segura que evitó ayer Federico Trillo con sus trucos conejeros. "Les pido que tengan fe", suplicó ante la incredulidad total de los infieles que hace un lustro que le ven anunciar de forma ininterrumpida proyectos, poner primeras piedras en secarrales e inaugurar paredes vacías sin que se concreten nunca del todo sus profecías. Y allí estaba Berlanga, que rodó Los jueves, milagro, para avalar la promesa del viernes.

Hay que creer en las señales que suministra el transcurso de la campaña, como la confluencia planetaria que alineó ayer la Cabalgata del Ninot, el carnaval de Vinaròs y la feria del embutido de Requena, que fue uno de los escenarios más concurridos del día, para presentir que estamos a las puertas de algo grande. Quizá por eso Juan Costa peregrinó ayer hasta la ermita de la Magdalena en Castellón para presentar en este recinto sagrado el programa medioambiental del PP, cuya filosofía hace crujir al camarón cavernícola de Cabanes, que ya ha alcanzado la categoría de logotipo de la fe ecologista.

Y Ricard Pérez Casado reunió en un acto sin precedentes al medio centenar de representantes de las comunidades árabes musulmanas de Valencia, que suman más de 10.000 almas repartidas entre el extenso abanico que da de sí esta opción religiosa. Pero la descoordinación de su partido traspapeló este acontecimineto tan significativo en unos días en que en El Ejido se ha bajado el listón humano hasta el subsuelo. Aunque también Rosa Díez repartió en Castellón muestras de esperanza a los trabajadores de Aguas de Cortes embutidos en un mono verde, que están a punto de perderla en una empresa que quizá va a ser privatizada para los amigos de la popularidad.

Por no decir de Presentación Urán, que pidió anoche el voto para EU en el Bar Entusiasta de Benifairó de La Valldigna, en medio de una espiritualidad de poleos y manzanillas, o de su correligionario Vicent Grau, candidato al Senado por Castellón, que hizo un llamamiento a socialistas y comunistas a transfigurarse en sujetos transformadores "para que el día 12 le dé un infarto a [Carlos] Fabra".

Aunque para fe, la epístola de Joan Francesc Mira a la feligresía del Bloc apelando a la movilización personal de cada elector, a su presencia activa y a su capacidad de convencer a los amigos, compañeros, parientes y vecinos de la necesidad del triunfo de ese proyecto. "Id de puerta en puerta, de casa en casa, de persona en persona y con todo el orgullo y el convencimiento de estar participando de manera decisiva en un cambio político que también es decisivo. Veinte votos, diez votos conseguidos por cada uno de vosotros serán más importantes que la publicidad que podamos hacer con nuestros escasos recursos". Así hablo este Zarathustra de La Torre.

Así fue ayer, en cierto modo.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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