Euforia oficial en Francia tras crecer un 2,7% el año pasado
Después de un elogioso artículo el pasado jueves en el Financial Times preguntándose si "Francia no estará reemplazando a Alemania en el papel de motor económico de la Europa comunitaria", las previsiones del INSEE (Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos) confirman que los franceses tienen razones para mirar su futuro con optimismo. 1999 ha visto cómo se creaban 420.000 puestos de trabajo, 350.000 de los cuales al margen del sector público, cómo las inversiones de las empresas aumentaban un 7,4%, el consumo de los ciudadanos crecía un 2,3% mientras que las exportaciones progresaban un 3,6%. Todas esas cifras se resumen en un crecimiento global de la economía del 2,7%, el porcentaje que el ministerio de Economía y Finanzas se había fijado como objetivo en 1998 y que había revisado a la baja -se daba por bueno un 2,3%- al estallar la crisis en Asia y Rusia.Todos los analistas coinciden en atribuir los buenos resultados de la economía francesa a la demanda interior, al optimismo consumista de una ciudadanía que confía en el voluntarismo político de su Gobierno. En 1999, gracias a una inflación controlada (0,5%), los franceses han visto crecer sus disponibilidades monetarias un 2,5%.
Sólo en el mes de enero del 2000, siempre según el INSEE, el consumo ya ha crecido un 1,4%. Ese dato, unido a los restantes hacen las previsiones de crecimiento gubernamentales (2,8%) estén siendo revisadas a la alza por bancos o grupos de inversión.
Para los expertos de la Caisse des Dépôts no es exagerado esperar un 3,3%, mientras que para la banca americana JPMorgan lo más lógico es esperar un 3,9%. Otro banco estadounidense, Merrill Lynch, habla de un 4% para el 2000 y de un 3,5% para el 2001.
Caída del paro
El paro, que afectaba al 12,6% de la población activa francesa de 1997, justo cuando el actual Gobierno de izquierda plural, llegó al poder, es hoy de un 10,5% y se espera que afectará a un 9,3% a finales de este año y a un 8,2% en diciembre de 2001. Eso crea ya alguna inquietud entre los empresarios, pues algunos estudios situan el paro estructural francés alrededor del 8,5%, pero se espera que la creación de nuevos puestos de trabajo permita que gente hoy empleada en trabajos por debajo de su nivel de cualificación pueda acceder a empleos mejores y libere los que sí pueden ser cubiertos por ese inquietante 8,5% de parados de larga duración y muy escaso nivel de formación.
Los expertos del INSEE señalan por último la escasa influencia del aumento de los precios del petróleo en la economía francesa. Por un lado está el hecho de que el 75% de la energía eléctrica gala sea de origen nuclear y por otro está el haber desvinculado los precios de los salarios, de manera que el alza petrolífera no se transmite a los otros productos.
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