Sonrisa
Uno de estos días me encaré con un pasatiempo de esos que titulan obra literaria. Se trataba de una doble página en la que encajar unos rectángulos con letras y cuadritos negros de separación. El párrafo terminaba así: "¿Hay oro en todo el mundo para pagar la sonrisa desdentada de un bebé?". Y concluía con "su sonrisa no tiene precio". La frase pertenece, eso decía el cuardernillo de entretenimientos, al libro Cerebro y emociones (el ordenador emocional) de José Antonio Jáuregui. Líneas antes hablaba del "berenjenal" que supone cuidar a un recién nacido, pero la conclusión era que "en este mundo sórdido y cruel, su sonrisa no tiene precio".No se comprende cómo tantos matrimonios se han dejado convencer de que tener hijos supone una desgracia. Campañas organizadas han logrado inculcar en las jóvenes parejas que es preferible tener un buen coche, una segunda vivienda,que educar a unos hijos que, cuando son bebés y sonríen a sus padres proporcionan un placer que no se paga con todo el oro del mundo.-
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