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Nuevos informes sacan a la luz la peor matanza conocida en Chechenia

Peor que en Alján Yurt (41 muertos). Peor que en el barrio Staropromivlosvki de Grozni (50 muertos). La orgía de sangre a la que se libraron los soldados rusos el 5 de febrero en el distrito de Aldi, al sur de la capital chechena, superó, al menos en número de víctimas, a esos dos siniestros precedentes. Según la organización Human Rights Watch (HRW), especialmente activa desde que comenzó la guerra del Cáucaso, al menos 62 civiles inocentes fueron ejecutados ese día a sangre fría, sin que mediara ninguna acción de combate.

Algunos testigos hablan de 82 cadáveres, aunque HRW sólo ha identificado hasta el momento a 62. Una lista con 34 nombres, cada uno de ellos confirmado al menos por dos fuentes, fue hecha pública ayer. El más joven, Abdurrajmán Tasúyev, tenía 20 años. El mayor, Aindi Azúyev, había cumplido ya los 80.Hasta el horror llega a hacerse rutina en esta guerra. Saqueo e incendio de viviendas, extorsión, violación de al menos dos mujeres, disparos a civiles que esperaban en la calle con el pasaporte en la mano, quema de los cadáveres y amenazas de muerte a los espantados supervivientes si contaban lo sucedido. Pese a todo, lo hicieron. No es fácil asustar a los chechenos.

Un ejemplo entre decenas, relatado a Human Rights Watch por una vecina de Aldi de 41 años, Sapiyat. Trata de la muerte de Alvi Ganáyev, de 61 años, y sus hijos Aslambek, de 34, y Salambek, de 31. Al parecer, fueron muertos a tiros cuando regresaban a su casa tras reparar un tejado dañado por las bombas. Su mujer encontró los cuerpos en medio de una pila de cadáveres. "Reconoció las ropas de su hijo menor e intentó sacar el cuerpo del montón", declaró Sapiyat, pero "los soldados la vieron y empezaron a disparar en dirección a ella". Un joven que acudió a ayudarla fue alcanzado por varias balas. Murió tres días después.

"Cada vez está más claro que no se trata de incidentes aislados", asegura Holly Cartner, directiva de HRW. "Estamos destapando un esquema de ejecuciones sumarias en todo Grozni". La organización humanitaria ha documentado otras nueve muertes en Staropromislovski (lo que eleva a 50 el número total de víctimas de aquella matanza), y otras cinco en el distrito de Oktiabrski. Todas eran miembros de la familia Estimírov, desde el abuelo Hass Magomet, de 65 años, hasta el bebé Hassán, de 1.

En Washington, el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, James Rubin, hizo notar el martes la "ironía" de que el presidente interino ruso, Vladímir Putin, haya ascendido a la cúpula militar que dirige la guerra en vísperas del 56º aniversario de la deportación masiva de los chechenos a Kazajistán ordenada por Stalin. La efemérides transcurrió ayer entre fuertes medidas de seguridad en toda Rusia en prevención de atentados terroristas. No los hubo.

Rubin aseguró que EEUU comparte la "profunda preocupación" que HRW y otras organizaciones muestran por la situación de los derechos humanos en Chechenia. Hoy llega a Moscú Álvaro Gil-Robles, comisario para estas cuestiones del Consejo de Europa, quien tiene previsto entrevistarse con el ministro de Exteriores, Ígor Ivanov, y con el representante especial de Putin para los Derechos Humanos en Chechenia, Vladímir Kalamánov.

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El nombramiento de Kalamánov fue acogido ayer favorablemente por el ministro británico de Exteriores, Robin Cook, que se entrevistó en el Kremlin con Putin. También dijo que el presidente ruso, al que invitó a visitar el Reino Unido, le dio garantías de que el periodista de Radio Liberty André Babitski (detenido por los rusos y luego canjeado a los chechenos) se encuentra vivo y en manos de un grupo rebelde.

Cook calificó a Putin de hombre "refrescantemente abierto", capaz de impulsar las reformas económicas y construir mejores relaciones con Occidente que, en su opinión, no debe mostrarse demasiado duro con Rusia. La semana pasada, tampoco el secretario general de la OTAN, George Robertson, quiso acentuar las diferencias sobre Chechenia cuando visitó Moscú para reactivar las relaciones congeladas desde el pasado marzo a consecuencia de la crisis de Kosovo.

Según Cook, Moscú presta oídos a las críticas exteriores pero, a juzgar por los hechos, son oídos sordos. Las atrocidades cometidas sobre los chechenos que no son combatientes (muchas ocultas tras las alambradas de los llamados "campos de filtración") quedan impunes. Son ya demasiadas matanzas sin que los salvajes que las cometen sean siquiera procesados. Y no es verosímil que los militares dejen husmear en su ropa sucia, ni a Kalamánov ni a nadie.

Más información: www.hrw.org

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