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ETA VUELVE A MATAR

La Consejería de Interior quiso colocar la capilla ardiente del agente en una comisaría

La familia de Jorge Díez Elorza, el ertzaina asesinado por ETA junto a Fernando Buesa, quería un velatorio civil, íntimo y sin grandes parafernalias. Los responsables del Departamento de Interior del Gobierno vasco tenían otra idea. Sondearon la posibilidad de colocar la capilla ardiente en la comisaría de la Ertzaintza en Vitoria, algo habitual cada vez que un agente del cuerpo ha muerto en acto de servicio por el terrorismo.Pero Begoña Elorza, la madre del agente asesinado, no quería saber nada de pebeteros, uniformes de gala y discursos de políticos. El propio viceconsejero de Seguridad, Mikel Legarda, tuvo una conversación telefónica con esta mujer, funcionaria de la Diputación alavesa, para darle todo el apoyo del departamento en esos momentos.

Jorge Díez Elorza, de 26 años, era un buen escolta y un buen profesional, tanto en las labores de acompañamiento de políticos como cuando estuvo destinado en Hernani. Sin embargo, en un descuido, se dejó olvidada su pistola en un lugar público. El hecho trascendió y se le abrió un expediente disciplinario. El instructor del expediente propuso, por esa falta grave, la sanción de siete días de suspensión de empleo y sueldo, la mínima.

Pero al llegar a la mesa del viceconsejero Legarda, éste elevó la sanción a dos meses. Interior tenía previsto que el agente cumpliera la sanción a partir del mes de marzo, según relataron fuentes sindicales. Sin duda, este asunto no ayudó mucho en la conversación que mantuvieron ayer la madre del fallecido y Legarda.

Paralelamente, Interior sondeó al sindicato mayoritario de la policía vasca, la central independiente Erne, de la que el fallecido era afiliado, sobre la posibilidad de colocar la capilla ardiente en la comisaría, pero los responsables de Erne indicaron que esa decisión era sólo de la familia.

Visita del PNV

En la mañana de ayer, buena parte de la dirección del PNV acudió al tanatorio para rendir un último homenaje al agente. Una hora más tarde, acudieron los consejeros del Gobierno vasco, con el lehendakari, Juan José Ibarretxe, a la cabeza. También acudió el líder de UA, Pablo Mosquera, visiblemente afectado porque Díez Elorza había sido anteriormente su escolta.

Tanto ir y venir de políticos espoleó a la familia a repetir expresamente que no continuara el trasiego de dirigentes. La familia prefería la intimidad. Para esas horas, Jose Antonio Díez, el padre de Jorge, un obrero que trabaja a turnos en una empresa, estaba ya muy afectado y poco después dejaba el tanatorio. Una hora antes de que el féretro de Buesa hiciera el último recorrido por Vitoria, dos ertzainas aguardaban en el pasillo del tanatorio. La familia y los más allegados lloraban en su interior.

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