Una peligrosa ruptura sentimental. El agresor hacía coincidir sus ataques con las crisis de la pareja
La pesadilla de E.P.A., una mujer de 49 años vecina de la localidad navarra de Berriozar, ha acabado. El pasado fin de semana, el Cuerpo Nacional de Policía detuvo, por fin, al autor de la colocación de dos potentes bombas que destrozaron el 27 de enero y el 14 de este mes sendos vehículos de la mujer. Presumiblemente fue también él quien manipuló el sistema de frenado del coche en julio de 1999 para provocar un accidente y quien, encapuchado, le arrojó ácido a la cara en diciembre pasado, tras llamar a la puerta de su casa. Con la detención de José Antonio L.F., de 39 años, se ha aclarado una larga venganza derivada de una ruptura sentimental que ha traído de cabeza a la policía durante siete meses. Se le acusa de tentativa de asesinato, simulación de delito, lesiones y daños. La primera de las bombas explotó el pasado 27 de enero, cuando el propio detenido conducía el Seat Ibiza propiedad de la mujer por el barrio de Echavacoiz. El coche quedó destrozado pero el agresor salió ileso del percance. No se ha aclarado si la bomba casera se activó a destiempo o si el agresor lo hizo para reforzar su coartada. La policía descartó de entrada cualquier móvil terrorista. El 14 de febrero, cuando la mujer acababa de aparcar su nuevo vehículo en una céntrica plaza de Berriozar, un coche adquirido de segunda mano apenas una semana antes, se produjo la segunda explosión. La bomba, colocada bajo el asiento del conductor, causó graves daños materiales y heridas a E.P.A. Su compañero también estaba presente en el lugar de los hechos, pero había abandonado el coche instantes antes. Resultó nuevamente ileso. Según el informe policial, José Antonio L.F. mantenía una relación sentimental con la mujer agredida. En julio de 1999 la relación se deterioró y el detenido comenzó a planificar una laboriosa cadena de agresiones que siempre hacía coincidir con cada una de las crisis de pareja que se producían.
José Antonio L.F. alimentó las sospechas que inicialmente se centraron en el novio de una joven empleada despedida en una cafetería que la pareja administró hace algún tiempo en el barrio pamplonés de Iturrama. El asunto acabó en el juzgado y el novio de la chica había llegado a amenazar a los propietarios. La policía detuvo recientemente a la pareja, J.H.P., de 36 años, y la joven J.I.O., de 21. Pero rápidamente los puso en libertad. El chico ya había sido detenido en diciembre de 1999, después de que un encapuchado arrojara ácido a la cara de E.P.A. tras llamar a la puerta de su domicilio. No hubo prueba alguna en su contra. Tampoco esta vez. La policía sabía que el agresor controlaba extraordinariamente bien los pasos de la mujer, que actualmente se encarga de la representación de género alimenticio de la Casa de Castilla en Pamplona. E.P.A. viaja mucho, pero el agresor siempre sabía cuando volvía a casa o qué vehículo usaba.
El cerco se estrecha
El cerco sobre el compañero de la víctima se fue estrechando. Se descubrió que tenía numerosas detenciones por delitos contra la propiedad y el pasado sábado, cuando José Antonio L.F. regresaba a casa de una feria hostelera, fue detenido junto al domicilio de la víctima. Se registró la furgoneta que conducía, que también era propiedad de E.P.A., y en su interior se hallaron grandes cantidades de tornillería y 20 petardos de feria con pólvora pirotécnica idénticos a los usados en las bombas, así como rollos de cinta adhesiva. Ahora, la policía analiza la composición del material con el que la agresor fabricaba sus bombas. José Antonio L.F. mantenía actualmente una simple relación laboral con su víctima, relacionada con la hostelería. La mujer, ajena a los hechos, nunca sospechó que su ex compañero fuera el causante de su particular calvario.
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