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Reportaje:

Una voz en la oscuridad

En la prolongada noche de la dictadura de Francisco Franco, el éter se pobló en España de chispa y rebeldía. En castellano conciso, en lenguaje del pueblo llano, por encima de los Pirineos llegaba a Madrid, hasta aquí mismo, un aluvión de palabras encendidas, divertidas y bravas.Al micrófono se hallaba una voz, la de Ramón Mendezona, alma de Radio España Independiente, aquella emisora clandestina comunista que restallaba en la noche como un látigo sobre los lomos de un régimen que no conoció -ni dejó conocer- la libertad. Las palabras de Mendezona y de sus redactores significaban mucho en aquel ambiente: vida, lucha, resistencia.

"Nos llegaban decenas de informaciones y noticias de corresponsales anónimos, de fuentes situadas en tajos, minas y universidades, también desde algunos cuarteles", cuenta Mendezona. Y la radio las devolvía a España elaboradas en información y opinión, con un sesgo inconfundiblemente comunista que la emisora jamás tuvo intención de ocultar.

Con aquellas palabras se relacionaron durante décadas trabajadores, campesinos y estudiantes, que las interpretaban como un estímulo para resistir y un consuelo ante la contemplación del páramo en el que el desenlace de la guerra civil había sepultado las libertades civiles a partir de 1939. Al día siguiente, las palabras escuchadas de Radio España Independiente podían llegar a ser actos... si la represión no lo impedía, claro.

La emisora conocida como La Pirenaica, del Partido Comunista de España, emitió hacia España sin interrupción entre los años 1941 y 1977. Desde Moscú, Ufá y Bucarest, con los bombarderos de la Luftwafe y las tropas de la Wehrmacht pisándoles los talones, comunistas españoles allí exiliados tras la contienda civil nunca cejaron en su propósito de unir los dos exilios de España, el interior y el exterior, con su palabra y sus propuestas políticas para derrocar la autocracia: emitieron hasta 108.300 horas, entre las cinco de la tarde y las doce de la noche, todos los días. Su gran consigna fue la reconciliación nacional como requisito para conseguir la democratización de España. Así se detalla en una exposición instalada en el centro cultural de la calle de Galileo, 35, toda una página en los 75 años de historia de la radio española. Allí está contado en sus paredes casi todo, porque ahora ya se puede contar: funcionaba mediante una red de informadores que vivían aquí; escritores como Alfonso Grosso, Andrés Sorel y Armando López Salinas figuraron entre sus corresponsales, coordinados en Madrid por un hombre que tuvo, como tantos otros, que renunciar a su identidad por su ideal comunista: Francisco Barrio, alias Jacinto Mestres, un hombre con aspecto de farmacéutico que albergaba un poderoso impulso rebelde. Nunca fue capturado. El régimen de Franco pobló Madrid de estaciones, como una existente en Cuatro Caminos, para interferir hasta el silencio las voces llegadas por La Pirenaica. Pero nunca logró apagarla.

Para Radio España Independiente y para los hombres y las mujeres que la sostuvieron 36 años, el grupo municipal de IU pide hoy un hito urbano.

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