Muere Anatoli Sobchak, padrino político del actual presidente ruso
El destino ha jugado una mala pasada a Anatoli Sobchak, figura clave de la época de la perestroika y de la nueva Rusia que fue alcalde de San Petersburgo entre 1991 y 1996. El hombre que metió en política a Vladímir Putin, actual presidente ruso en funciones, y le convirtió en su mano derecha en la antigua capital imperial, murió la madrugada de ayer de un infarto, a los 62 años, en un sanatorio del enclave báltico de Kaliningrado.
La estrella de Sobchak se apagó tras dejar el palacio Smolni (la sede de la alcaldía). El ascenso de Putin le brindaba otra oportunidad. Sonaba para ministro de Justicia, pero la parca tenía otros planes.Putin fue uno de los primeros en expresar sus condolencias a la viuda, la ex diputada Ludmila Narusova. Sobchak, que le tuvo como alumno en la universidad, le abrió luego las puertas de su administración sin importarle sus 17 años como espía del KGB. "Quedará para la historia", señalaba el texto del telegrama enviado ayer por Putin, "como claro representante de una generación de políticos que crearon un nuevo Estado ruso". El ex presidente Borís Yeltsin, por su parte, destacó el papel de Sobchak en la elaboración de la Constitución rusa.
Yuri Chernichenko, su ex compañero en el Grupo Interregional de Diputados (que desempeñó un papel destacado en el cambio político), dijo que ésta es la segunda gran pérdida que ha sufrido el bando de los demócratas, tras la del disidente y premio Nobel de la Paz Andréi Sajarov. Sobchak contribuyó decisivamente al fracaso del golpe comunista de agosto de 1991 con una movilización popular masiva en las calles de San Petersburgo.
En vida de Sobchak, sin embargo, su figura estuvo lejos de suscitar esa unanimidad que sugieren los comentarios necrológicos. Su gestión al frente de la segunda ciudad de Rusia fue muy polémica y denunciada a veces como caótica. Su intento de volver a la política activa por la vía de las urnas se truncó en las legislativas del pasado noviembre, en las que no logró ser elegido diputado, un síntoma claro del deterioro de su imagen.
Algunos de sus logros en la ciudad que fundó Pedro el Grande en el delta del Nevá, como el proceso de privatización y de apertura a las inversiones extranjeras, estuvieron marcadas por sospechas de corrupción. La fama no del todo justa que hoy tiene San Petersburgo (nombre que Leningrado recuperó con Sobchak) como "capital criminal de Rusia" arranca ya de la Administración anterior, cuando las mafias empezaron a sacar tajada del reparto de la propiedad pública.
Esas sospechas persiguieron a Sobchak al dejar la alcaldía. En octubre de 1997, una investigación sobre supuestos sobornos culminó en la irrupción en su casa de efectivos del Ministerio del Interior con el encargo de "acompañarle" para ser interrogado. El incidente terminó con un amago de ataque cardiaco, una hospitalización de urgencia y un viaje por motivos médicos en noviembre a Francia, de donde no volvió hasta julio de 1999, cuando Putin era ya jefe del Servicio Federal de Seguridad. Posteriormente se retiraron todos los cargos contra él.
Sobchak llevaba dos años y medio al borde de la muerte, aseguraba ayer el cardiólogo Nikita Semigolovski, que le trató en 1997, cuando su dolencia estuvo bajo la sospecha de ser más imaginaria que real y destinada a eludir la acción de la justicia.
La llegada de Putin al poder suscitó especulaciones de que Sobchak ocuparía un alto cargo en el Gobierno, tal vez el de ministro de Justicia. El primer ministro y presidente interino se está rodeando de numerosos colaboradores de su época en la alcaldía de San Petersburgo.
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