La central nuclear de Sellafield falsificó sus datos de seguridad Alarma en Japón por dos cargamentos de plutonio recibidos
La central atómica británica de Sellafield, inaugurada en 1956, afronta desde ayer la peor de sus crisis. Una investigación efectuada por el Servicio de Inspección Nuclear ha destapado la falsificación de informes relativos a la seguridad del plutonio reciclado en uno de sus reactores. British Nuclear Fuels Limited (BNFL), la empresa que la gestiona, ha admitido los hechos y despedido a cinco empleados.
El Gobierno, que se ha visto obligado a retrasar la privatización del 49% de la empresa por unos 500.000 millones de pesetas, ha exigido que la criba alcance a los directivos.En Sellafield, afirman los inspectores, no se vigila el procesado de combustible nuclear "porque resulta una tarea pesada y aburrida". La principal responsable de la desidia sería BNFL, "que ha hecho dejación de sus responsabilidades" y no supervisa la seguridad de los trabajadores. La falsificación de informes sobre el tratamiento de un envío de óxido de uranio y plutonio a Japón, que las autoridades niponas quieren devolver, es el caso más llamativo denunciado.
La compañía había negado siempre toda irregularidad cometida con su principal cliente extranjero. El pasado diciembre no tuvo más remedio que informar a su contratista, Kansai Electric Power, de la falsificación de los datos sobre el combustible tratado. Ayer BNFL pidió disculpas, pero no habló de despachar a ningún directivo. Furioso, el Ministerio de Industria ha exigido un gesto de contrición, es decir, un despido entre la gerencia, para acallar las críticas contra una empresa que da trabajo a 10.000 personas en una de las zonas más deprimidas del país.
John Taylor, director ejecutivo, es uno de los nombres que podría cesar. Empeñado en convertir a Sellafield en la principal planta de reciclado nuclear del mundo, se le atribuye la falta de coordinación de los servicios de seguridad. "Cada área de la central dispone de un responsable distinto, lo que favorece las discrepancias de gestión y resultados", según los inspectores.
Los expertos han arremetido también contra el constante aumento de la basura nuclear almacenada en Sellafield. Guardada desde hace más de 40 años en tanques enfriados de forma continua, la central abrió en 1990 un nuevo servicio para transformar los residuos de 21 tanques en 8.000 cubos de cristal, que serían enfriados durante otros 50 años antes de ser destruidos. La instalación no ha funcionado nunca a pleno rendimiento y los restos siguen acumulándose con gran preocupación del gobierno irlandés, que teme la rotura de un tanque o una posible explosión. BNFL afirma que habrá limpiado sus basuras "más peligrosa"" para el año 2015, fecha considerada límite por los inspectores.
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