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I+D+Benidorm MIQUEL ALBEROLA

Miquel Alberola

Si alguien es todavía reticente a reconocer la desfiguración que está practicando Eduardo Zaplana con la personalidad económica valenciana, a la que trata de reducir al pensamiento único del turismo, sólo tiene que hojear el Plan Valenciano de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico y sabrá hasta qué punto lo ha predispuesto en los papeles. Los sectores productivos tradicionales valencianos (calzado, mueble, textil...) son sacrificados en este plan en beneficio del turismo y el ocio, que conforman la apuesta más ambiciosa del Consell y que, a diferencia de los anteriores, no constituyen "una estructura atomizada y con una intensidad media-baja en lo que atañe a la demanda y al nivel tecnológico". Como si se tratase de la película La invasión de los cuerpos, desde que puso los pies en el Palau de la Generalitat, Zaplana no ha cejado en forjar este cambiazo. Si algo le ha hecho singular frente a otros barones territoriales de su partido, ha sido su tesón por expandir el turismo, que es el monocultivo de su pueblo, al resto del territorio que administra, y que hasta ahora había contado con sectores industriales surgidos en torno a la producción de bienes de consumo, los cuales, a menudo, han definido con su arraigo la identidad social de los valencianos. Si hasta ahora habían apuntado en ese sentido la ley de municipios turísticos (concebida para rellenar el pozo sin fondo de gastos municipales de Benidorm), la construcción de Terra Mítica (para blindar el monocultivo de Benidorm con clientela solvente, frente al turista Imserso) y la opción sur del AVE (para establecer un paquete turístico de ida y vuelta de Madrid al parque temático de Benidorm), por no hablar de los trasvases que se están negociando para llenar ese charco, las disposiciones del Plan de I+D vienen a corroborar este trastueque. Y lo que es mejor: no solamente con el silencio de muchos de los empresarios, sino con su participación accionarial en esta generalización de tiovivos, columpios y toboganes. Sus antecesores realizaron colosales esfuerzos para levantar industrias y negocios, y ellos van a terminar vendiendo entradas de feria. El progreso.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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