Voto católico

Si los católicos siguieran al pie de la letra los criterios de los obispos con vistas a las próximas elecciones, no podrían votar a ningún partido: ningún programa electoral -ni siquiera los de partidos de origen confesional y más próximos a la Iglesia católica- se identifica con el "ideario" que les proponen como referente de una elección basada en "una conciencia rectamente formada". Una opción política coherente con ese "ideario" debería, entre otras cosas, condenar "el aborto en cualquiera de sus formas, así como la eutanasia", respaldar "el verdadero matrimonio monogámico y estable", apoyar "una regulación satisfactoria de la enseñanza religiosa escolar" y promover "el verdadero progreso" basado en el respeto a los valores morales y creencias religiosas. Es decir, volver al antiguo régimen.Esa pauta episcopal llevaría a la incompatibilidad incluso con el PP o el PNV, cuya denominación original en euskera significa "partido vasco de los defensores de Dios y la ley vieja". Los obispos sostienen al tiempo que votar es un deber, lo que les conduce al voto en blanco o nulo. Pero como esa conclusión es en exceso rupturista, y del poder político establecido dependen las subvenciones que recibe la Iglesia católica, los obispos pasan sin solución de continuidad del bien óptimo, difícilmente alcanzable en la práctica, al bien posible, según la doctrina, tan cara a Pío XII, del "mal menor", como opción más realista para el votante católico. Una cosa es el ideal y otra lo que hay de tejas abajo. Y puesto que ningún partido se adecua al ideario óptimo, la recomendación es votar al "menos malo" o al "mejor posible", según concluyó ayer el portavoz de la Conferencia Episcopal. Es una manera de compatibilizar la pureza en los principios con la práctica del voto, por más que los obispos sigan admitiendo en teoría "que una misma fe cristiana puede conducir a compromisos políticos diferentes".

La actual doctrina electoral de los obispos españoles no se diferencia sustancialmente de la de sus predecesores, pero añade algunos matices inquietantes: sobre todo, una valoración negativa de los partidos políticos sin excepción, fácilmente trasladable al sistema político en su conjunto, que les lleva a patrocinar casi el "voto nulo, tachando el nombre de los partidos", según ha concretado el portavoz de los obispos, como forma de protesta y de castigo a todas las fuerzas políticas.

La experiencia indica que, afortunadamente, los consejos de los obispos no suelen tener demasido eco entre los católicos a la hora de emitir su voto. Los estudios sociológicos señalan una clara pluralidad del voto católico en España, así como su rechazo a identificar sus opciones religiosas -sea sobre el aborto o la enseñanza de la religión- con sus opciones políticas. Los católicos españoles votan tanto a partidos de derecha como de izquierda. Pero no deja de llamar la atención que una institución tan beneficiada por el sistema lance mensajes (teóricos) de desistimiento político.