El Ejército ruso se propone vaciar y sellar la ciudad de Grozni
La devastada ciudad de Grozni está siendo vaciada de sus habitantes y sellada por una orden del mando ruso emitida el pasado lunes. El coronel Nikolai A. Zaitsev, un alto cargo del Ministerio del Interior ruso, asegura que la capital de Chechenia se había vuelto demasiado peligrosa para sus propios residentes, por lo que el acceso a la ciudad quedará prohibido durante dos semanas mientras las tropas rusas peinan la zona en busca de armas, bombas que no han estallado y trampas explosivas. Según Zaitsev, los soldados han encontrado 11.000 artefactos explosivos en las últimas semanas.Los oficiales rusos han admitido que esta medida es también una precaución contra las infiltraciones de rebeldes. Por toda la ciudad han empezado a circular panfletos distribuidos por los rusos advirtiendo de que los rebeldes podrían intentar atacar Grozni el 23 de febrero, en el 56º aniversario de la orden de deportación del pueblo checheno a Kazajhstán dada por el dictador soviético Josef Stalin. Esta acción fue finalmente cancelada por su sucesor, Nikita Jruschov, no sin antes avivar el rencor entre rusos y chechenos.
Movimientos restringidos
"El movimiento en Grozni será restringido hasta el 1 de marzo", aseguró el lunes el coronel Zaitsev mostrando una orden del alto mando. "Aquellos civiles que estén todavía en la ciudad serán gradualmente evacuados. Hay campos de refugiados a los que se podrá mandar a aquellos que no dispongan de una residencia en otro sitio. También facilitaremos el transporte a quienes no puedan caminar", añadió. Los soldados han recibido instrucciones de hacer regresar a aquellos civiles que intenten volver a la ciudad.
Lo que no está claro es cómo pretenden las tropas rusas vaciar la ciudad, especialmente ahora que muchos de sus habitantes acaban de emerger de sus refugios en los sótanos tras semanas de bombardeos y terror y han manifestado que no tienen ninguna intención de abandonar lo poco que les queda. Muchos dicen que, sencillamente, no tienen dónde ir y ningún deseo de acabar en un abarrotado campo de refugiados.
"No voy a marcharme", asegura Tamara N. Zheromyskaya, una veterinaria de 57 años. Explica que no está lo suficientemente bien para viajar y quiere permanecer en Grozni con su hijo.
Para cualquiera que no sea uno de los tozudos habitantes de Grozni que aún resisten, la situación de la ciudad parece no tener vuelta atrás. Los equipos de demolición trabajan volando lo que queda de las ya casi derruidas estructuras de los edificios. Enormes explosiones sacuden la ciudad enviando oleadas de polvo hacia el cielo, y con cada explosión Grozni parece hundirse más en la tierra.
El saqueo también se ha convertido en un grave problema. El primer refuerzo de policías chechenos prorrusos llegó el pasado lunes. Las reservas de agua y alimentos son escasas y los equipos de ayuda rusos patrullan por la ciudad. Sin embargo, los miles de civiles -nadie sabe con precisión cuántos- que resistieron la guerra parecen resueltos a hacer frente a la paz.
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