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Elecciones 2000

Tres Cantos, un paraíso con purgatorio

Los jueves por la mañana, Tres Cantos casi parece un pueblo de verdad. Se celebra el mercadillo, con fruteros gritones que ofrecen "¡las judías que le gustan hasta al Papa!", y artesanos que trabajan en el puesto, enmarcado por una tira de bloques con jardines y otra de chalés adosados. Mercedes Fernández Elvira exhibe sus labores. "Me gusta vender aquí porque no paro de ver bebés. La gente es joven y educada", dice.Frente a la artesana desfilan más cochecitos de niño que carritos de la compra. Y es que Tres Cantos disfruta de una tasa de natalidad muy superior a la deprimida media nacional: tres de cada 10 vecinos tienen menos de 20 años. Los ciudadanos con más de 60 años sólo suponen el 6%. Gente joven y culta: la mitad de los mayores de 18 años son universitarios, según los datos municipales.

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A mediodía, cuando los ambulantes recogen sus aperos, Tres Cantos vuelve a ser un híbrido sin rincones, con anchas avenidas, parques, fábricas de chips y vacas en la periferia. "Esto carece de las tradiciones de un pueblo y de las ventajas de una ciudad", reflexiona Gemma Román. Esta universitaria veinteañera crecida en la localidad aún no acaba de entenderla, pero le reconoce una ventaja: "Esta ciudad se hace día a día". Y eso no ocurre en todas partes.

"Las urbes nacen junto a fuentes de riqueza o cruces de caminos. Tres Cantos nació por el ordeno y mando de la dictadura sobre vides y pastos. Como la iniciativa privada no se atrevió a invertir, lo hicieron las cooperativas y eso empezó a forjar el carácter sui generis de la localidad", señala la socióloga Mónica Egea, coautora del primer libro sobre la historia de una ciudad que ha visto crecer.

Las carencias que encontraron los pioneros -buena parte funcionarios-, llegados a partir de 1982, obligaron a la participación ciudadana y la protesta sigue. El ambiente reivindicativo cristalizó en un partido político, Tres Cantos Unido (TCU). Nació con el objetivo de lograr la independencia municipal respecto a Colmenar Viejo, obtenida en 1991 gracias al pacto con el PP colmenareño. Desde entonces, TCU mantiene su protagonismo... y se alía con la izquierda. El PP, la fuerza más votada en todos los comicios, sólo ha logrado gobernar la población ocho meses. "Nuestro partido es apolítico, pero con más sensibilidad izquierdista. Los ciudadanos nos votan porque creen que defendemos los intereses tricantinos mejor que los partidos nacionales", apunta el presidente de TCU, el catedrático de Psicología Rafael San Martín. "Esa formación permite a los vecinos tener una identificación en una ciudad sin señas de identidad", interpreta la ex concejal de IU Marta Menéndez.

El reparto de los votos nacionalistas (24% sumaron en las últimas municipales TCU y la Agrupación Independiente de Tres Cantos, otro partido local menor) es la incógnita de las elecciones del próximo 12 de marzo. "El voto localista se repartirá entre el PSOE y nosotros. Además, nos beneficiará la alianza de socialistas e IU, porque movilizará mucho voto abstencionista que es del PP", sostiene la portavoz popular y ex alcaldesa Natalia Pérez. "Será difícil desbancar a los populares, pero se reducirá la diferencia derecha-izquierda", apunta el alcalde socialista, Luis Uruñuela, que gobierna con el apoyo de TCU e IU.

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El predominio del voto popular es una espina clavada para los socialistas: el PSOE, desde el Gobierno regional, fue el impulsor de la ciudad con grandes inversiones públicas que debían recuperarse con la venta de suelo para viviendas e industria limpia. También instaló el Parque Tecnológico de Madrid, vivero de empresas de alta tecnología. Pese al auge productivo, al que se sumarán dos empresas audiovisuales (Sogecable y Onda Digital), Tres Cantos no ha logrado cumplir su objetivo. "Ha fallado el modelo de ciudad para vivir y trabajar. Sólo el 15% de los empleados en la población residen en ella", reconoce el alcalde. "Es un problema, porque los accesos se colapsan, sobre todo en las horas punta", señala el gerente de la asociación local de empresarios, Luis Fernández de los Ríos. "Es una pena, porque esta ciudad es muy agradable para vivir y trabajar. Es casi un paraíso", añade.

Un paraíso con purgatorio. Cada mañana, unos 11.000 tricantinos abandonan la población para ir a trabajar fuera, sobre todo a Madrid. Y más de 10.000 ciudadanos llegan para ocupar su puesto laboral en alguna de las 440 empresas tricantinas. Pese a que el tren gana adeptos, la congestión de tráfico es habitual en la única vía de comunicación con Madrid, la autovía de Colmenar, cuyas obras de ampliación ya han comenzado.

Problemas de atención médica

Con todo, el trabajo no es el único motivo de desplazamiento. "Para hacerse una radiografía hay que recorrer 20 kilómetros hasta Madrid", remarca el presidente de la asociación de vecinos, Gabriel Muñoz. El ambulatorio sólo ofrece las especialidades de medicina general, pediatría y ginecología.

Pese a las pegas, Tres Cantos vive un momento de esplendor. El precio de la vivienda en este lugar sin problemas de delincuencia está entre los más altos de la periferia madrileña. El suelo edificable está agotado y el plan de urbanismo, pendiente desde hace años, tiene una espada de Damocles: el tren veloz a Valladolid. Uno de los trazados previstos parte en dos la única zona de crecimiento en suelo público.

La protesta de los tricantinos, celosos de su medio ambiente (también amenazado por el ruido de Barajas), no se ha hecho esperar. A fin de cuentas, sienten que hacer la ciudad es cosa suya. Diga lo que diga el BOE.

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