Un sector que ha funcionado como un monopolio
El sector de la industria azucarera ha sido históricamente un negocio saneado, con unos beneficios generalmente seguros porque las empresas han sabido, de entrada, lo que pagar al productor y lo que cobrar para obtener márgenes adecuados. Tradicionalmente no se han registrado guerras de precios a la baja y el sector ha funcionado, prácticamente, como si se tratara de un monopolio. Era y es un negocio seguro y muy discreto, en el que durante años han dominado las familias azucareras y algunos ejecutivos que se perpetuaban en el mando.Ebro no fue una excepción.Tuvo en sus orígenes como presidente a su propietario, Francisco Lozano, persona poco dada a la publicidad, hasta la llegada de los hombres de Kuwait Investment Office (KIO), dirigidos por Javier de la Rosa. Este grupo, que había adquirido previamente la Compañía de Industrias Agrícolas (CIA), entró como un tiburón en Ebro y cuando Lozano se quiso dar cuenta ya controlaban el capital. Tras una dura batalla, las dos empresas se fusionaron en Ebro Agrícolas al frente de la que quedó Manuel Guasch, uno de los hombres de De la Rosa. De potenciar la imagen corporativa se encargó Alfredo Fraile.
En Sociedad General Azucarera, José Joaquín Ysasi-Ysasmendi tambien se caracterizó por su gran discreción. Ello le sirvió para perpetuarse en el cargo hasta la fusión con Ebro Agrícolas.
Bajo esa manta de discreción y reparto de un negocio seguro, los agricultores han mantenido siempre también una posición de desconfianza sobre los rendimientos de la remolacha.
Hoy, las organizaciones agrarias coinciden en reclamar unos mayores controles sobre los rendimientos de la materia prima y coinciden también en señalar que no se fían de la producción que se les ofrece. La posibilidad de que realmente haya una gran diferencia entre los rendimientos reales y los que se comunican oficialmente puede ser la causa de que existan posibles irregularidades, quizá ya históricas en la industria del azúcar, que habrían generado una bolsa de dinero negro cuyo destino, por el momento, se ignora.
Se explican así las declaraciones de quienes piden una investigación sobre Azucarera. En este sentido, el diputado socialista Francisco Amarillo señaló ayer que "se habla de un azúcar negro, pero no sabemos si está ligado a la producción de melaza y mucho menos si esa producción de melaza ha derivado en producción de alcohol, y ni siquiera queremos pensar si ha pesado como alcohol de azúcar o ha pasado como alcohol vínico, lo que sería un delito".
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