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Reportaje:

Hijos, sí; maridos, no

En cinco años, más de 200 mujeres sin pareja han optado en España por la inseminación artificial

Hace más de 20 años, una mujer soltera acudió al Instituto Dexeus, de Barcelona, para pedir que le realizaran una inseminación con semen de donante. Ante la ausencia de legislación en la materia, la clínica acudió a la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos, que dio su visto bueno. Desde entonces, explica la doctora Rosa Tur, cada vez es mayor el número de mujeres solas que eligen esta forma de maternidad. El anonimato y la seguridad frente a enfermedades de transmisión sexual o hereditarias son factores que se tienen en cuenta a la hora de tomar la decisión.En España hay actualmente 13 bancos de semen y 14 establecimientos, públicos o privados, en los que se realizan las técnicas de inseminación artificial. El primer banco de semen data de 1978, lo que significa que la inseminación artificial venía practicándose, como tratamiento contra la infertilidad, desde antes de dicha fecha, pero hasta el año 1988 no fue regulada legalmente.

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En cuanto a la mujer sola, la ley de 1988 reconoce el derecho de toda mujer, mayor de 18 años de edad, a la maternidad, y a formar el tipo de familia que estime oportuno, pero limita su acceso a la sanidad pública. Sólo justifica la inseminación con fondos públicos a las solteras con esterilidad irreversible. La mujer sola no estéril tiene que hacerse cargo de los gastos de su tratamiento.

A pesar de su coste -un mínimo de 800.000 pesetas-, más de 200 mujeres solas, sin pareja, han acudido, en los últimos cinco años, a las tres clínicas privadas más relevantes de España en temas de fertilidad buscando esta vía para ser madre.

Dexeus ha tratado a cien mujeres solas; el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), a 127, y la Clínica Euskalduna, de Bilbao, a 22. La proporción es pequeña en comparación con los 4.000 ciclos de inseminación realizados, en este periodo de tiempo, a mujeres con pareja con diferentes problemáticas. Lo más llamativo es la progresión de la demanda, que se ha triplicado a partir de 1995. Del total de mujeres solas que intentaron la maternidad por inseminación, más del 30% lo lograron.

Ése es el caso de María, catalana de 34 años, actual madre de un hijo de seis meses, que eligió la inseminación anónima porque no considera moral imponer a un hombre la paternidad. Descartó también tener un hijo con un amigo cercano aunque éste hubiera estado de acuerdo. "Nunca sabes cómo van a reaccionar. Al principio lo ven ajeno a ellos. ¿Pero qué podía pasar en un futuro? ¿Y si al cabo de los años empiezan a identificarse con su hijo y a reclamar la paternidad? Me parece muy fuerte. Sé que en los países nórdicos eso se ve de otra manera, pero aquí no. No quería arriesgarme. Simplemente yo quería tener un hijo sola".

La inseminación tuvo éxito rápidamente y en la segunda ovulación se quedó embarazada.

El Instituto Dexeus tiene un programa de atención especial para mujeres sin pareja. Un equipo de psicólogos determina, antes de comenzar el proceso, la estabilidad emocional de la demandante, valora el apoyo con que cuenta y le facilita la información necesaria.

El sistema intenta ser lo más natural posible. En primer lugar se concierta una entrevista con el Banco de Semen y se le adjudican las muestras que se ajustan a sus características físicas y a su grupo sanguíneo. Posteriormente, mediante ecografías se calcula el día de la ovulación. Conocida la fecha, en la propia consulta, sin necesidad de ingreso ni anestesia, se introducen los espermatozoides en el interior del útero. El proceso dura de dos a tres minutos. Si tras varios intentos no hay embarazo se estimula el ovario mediante fármacos para aumentar la posibilidad de éxito.

La probabilidad de quedar embarazada es exactamente la misma que en un relación sexual con pareja. El problema, según la doctora Tur, es que la mayoría de estas mujeres se plantea el deseo de tener un hijo cuando empieza a disminuir su edad fértil, teniendo en cuenta que la edad media de las mujeres tratadas es de 37 años.

Antes de los 35 años, el 80% de las mujeres quedan embarazadas en los seis primeros meses. De los 35 a los 39 las cosas no son tan fáciles, el porcentaje baja entre un 15% y un 20%. A partir de los 40 años sólo hay un 5% de éxito en cada inseminación. A la vista de estas cifras, Rosa Tur, del Instituto Dexeus, es partidaria de recomendar directamente la fecundación in vitro a las mujeres de 40 años o más.

Las dificultades de lograr un embarazo tardío son corroboradas por el doctor Remoí, quien asegura que una mujer de 39 años, desde el punto de vista reproductivo, se parece mucho más a otra de la misma edad que a ella misma cuando tenía 30.

El director del IVI aconseja también la interrupción del tratamiento si tras seis inseminaciones seguidas no se ha logrado el embarazo.

Las técnicas de reproducción asistida siguen arrastrando una cierta inquietud moral. Todavía algunas mujeres, explica Eduardo López Arregui, de la Clínica Euskalduna, se sienten obligadas a traer todo tipo de certificados para demostrar que están casadas y que su marido no es fértil. "Pero no hace falta ningún documento, sólo necesito saber que es una mujer que desea tener un hijo y yo puedo ayudarla a conseguirlo".

Maternidad en solitario

Para María, el deseo de ser madre y el de vivir en pareja no tienen nada que ver. "He tenido varias parejas. La primera quería tener hijos, pero a mí me parecía que éramos demasiado jóvenes. En otras ocasiones o no han querido o la relación no ha cuajado lo suficiente para hacerse ese planteamiento. Ahora tengo un hijo y no descarto tener una pareja estable".Afrontó el deseo de ser madre sola plenamente convencida de lo que hacía y con una familia que le apoyaba.

"A los 29 años empecé a plantearme la posibilidad de tener un hijo. A la vez que me informaba de cómo funcionaba la inseminación mediante banco de esperma, me preparaba para una futura maternidad. Dejé el piso que compartía con unas amigas, me instalé sola y empecé a ahorrar".

"No se lo he ocultado a nadie. Ni a mis amigos ni a mis compañeros de trabajo. Sí ha habido alguna coña con el tema, pero en general lo han aceptado muy bien". "Tampoco creo que sea un acto egoísta o poco responsable. Sé que hay quien piensa que lo hago para satisfacer mi propio deseo y que no pienso en el niño, que no va a tener padre, pero visto desde ese punto de vista, también las parejas tienen a los hijos por egoísmo, por el deseo de tener hijos. Respecto a la ausencia del padre es evidente, pero hay muchas divorciadas que se encuentran en parecidas circunstancias a la mía".

María fue sola a todas las consultas para la inseminación y el seguimiento del embarazo "Elegí el momento en que me confirmaron que sería niño y que estaba sano. Mis padres reaccionaron con mucha alegría. Ese momento, cuando se lo dije y lo aceptaron tan contentos, es el mejor recuerdo que tengo".

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