Alianza para Internet
El BBVA y Telefónica de España anunciaron ayer una alianza política y empresarial cuya importancia política y estratégica no puede ser minusvalorada. La firmeza de esta alianza empresarial viene ratificada por un cruce de participaciones accionariales, según la cual el banco ampliará hasta el 10% su participación en el capital de Telefónica y ésta comprará el 3% del banco. Este intercambio de capital es el soporte de una nutrida panoplia de negocios conjuntos, hasta 14, relacionados con Internet y los servicios avanzados de telefonía móvil, que llenan de contenido empresarial y de futuro algo que podría haber sido simplemente una operación de consolidación recíproca.De hecho, la interpretación estratégica de la alianza de BBVA y Telefónica hay que buscarla precisamente en la creación de un grupo empresarial de dimensión suficiente para competir en Internet con una oferta global de servicios. Las recientes fusiones de America On Line y Time Warner en EE UU y las de Vodafone y Mannesmann en Europa han acelerado el pulso en un mercado que se configura en torno a grandes corporaciones que se están convirtiendo en auténticos centros gravitatorios. La alianza global entre Telefónica y el BBVA es la respuesta a ese nuevo modelo empresarial que requiere aglutinar negocios aparentemente dispersos, servidos a través de redes electrónicas, que solamente podrán desarrollarse con la actuación complementaria entre empresas de telecomunicaciones, grandes almacenes virtuales, bancos online y productores de contenidos. Conviene precisar, a propósito de la operación anunciada ayer, que esa complementariedad de negocios no se instrumenta mediante una fusión, sino mediante una alianza en el área de negocios de Internet, circunstancia que atenúa los temores que originan las operaciones de concentración en la medida en que reducen la competencia.
La alianza entre el BBVA y Telefónica tiene también una posible lectura política. En las últimas semanas, el presidente de Telefónica, Juan Villalonga, ha realizado múltiples movimientos estratégicos para reforzar el desarrollo multinacional de la compañía y ganar autonomía respecto a su mentor político, José María Aznar, que hace cuatro años le puso al frente de la empresa. La alianza con el banco que copresiden Emilio Ybarra y Francisco González, y en el que entra como vicepresidente, le consolida frente a eventuales operaciones de acoso que pudieran plantearse desde el Gobierno. Esta lectura colateral no explica por sí sola el sentido estratégico de la operación, pero contribuye a entender la secuencia de decisiones adoptadas por Telefónica en los últimos meses: desde las rotaciones o destituciones de directivos al interés por desplazar la sede de la compañía a EE UU.
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