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Más de 17.000 técnicos de Boeing inician una huelga "indefinida"

Más de 17.000 trabajadores cualificados de Boeing fueron ayer a la huelga, en la que se considera una de las mayores protestas de este tipo en la historia de EEUU. Los huelguistas protestan por los términos económicos del convenio en discusión y se dicen dispuestos a aguantar "lo que haga falta", de forma "indefinida". El grueso de las actividades del primer fabricante mundial de aviones no está todavía afectado por la huelga, pero dos semanas de protesta supondrían la paralización en la entrega de aparatos.

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La consigna de los huelguistas es No brains, no planes (Sin cerebros no hay aviones) en el primer gran conflicto entre empresa y trabajadores en los 56 años de historia de la compañía. Las negociaciones llevan estancadas desde finales de 1999. Los trabajadores quieren incrementos salariales superiores a los que ofrece la compañía (piden el 4% para este año y el 3% para los dos siguientes, en línea con lo pactado con el sindicato de Mecánicos) y unas primas del 10%. La empresa ofrece incrementos condicionados y pretende rebajar los seguros de vidas y recortar los sanitarios, imprescindibles en un país donde no existe la sanidad pública."Estamos preparados para una larga campaña" anuncia Charles Bofferding, líder de la Sociedad de Empleados de Ingeniería Profesional Aeroespacial (SPEEA), el sindicato del sector, con 22.500 afiliados en Boeing. "Esta es una lucha para todos los que han dedicado su carrera y su vida a Boeing". SPEEA ya convocó un día de huelga en 1992. Sus afiliados trabajan en investigación y desarrollo, diseño de aviones y control de producción. El salario medio para los 9.000 técnicos del SPEEA es de unos 45.000 dólares anuales mientras que los 13.000 ingenieros ganan una media de 63.000.

Ayer, el seguimiento de la huelga fue masivo, El sindicato habló de 19.500 huelguistas y un portavoz de la compañía estimó que fueron entre 17.000 y 18.000. "Fui a la oficina, hice una copia de mi disco duro, apagué el ordenador y me largué", es como un físico que participó en las negociaciones con la empresa contó ayer a la agencia Associated Press su actividad del día en el despacho.

El trabajo en las plantas de montaje no se vio afectado porque sus trabajadores pertenecen a otro sindicato y tienen contractualmente prohibido el paro. La compañía mantiene que eso garantiza la continuidad en la fabricación de aparatos. Pero dos semanas de huelga acabarían por afectar al proceso de inspección y entrega de los aparatos. "Habrá un momento en que los aviones pararán", adelantaba otro huelguista. "Las compañías tendrán que dejar a sus aparatos en tierra porque no va a haber servicio". Un sindicalista aseguró que el paro fue total en la sección que aprueba los repuestos que se envían al extranjero y en la de quienes deben firmar antes de la entrega de los aviones.

La crispación es alta entre los trabajadores. "Es gente que está muy orgullosa de su trabajo y que quiere dar un buen producto a la compañía y a los clientes", dice Paul Almeida, presidente del sindicato internacional al que es afiliado el SPEEA.

El proceso negociador ha creado mucha acritud en la empresa y hasta los trabajadores de montaje, que no pueden hacer huelga, pararon unos minutos para aplaudir a los ingenieros y técnicos. La atmósfera en las plantas del Estado de Washington es de enfrentamiento sin concesiones. El sindicato piensa ir hasta el final mientras la compañía acepta el pulso en la confianza de que trabajadores sin tradición de lucha acabarán por capitular. Un portavoz de Boeing señaló que la compañía puede cubrir con otros responsables algunos de los puestos clave dejados por los huelguistas o que podría llevar a su plantas de Renton y Everett trabajadores de la californiana Long Beach. Para la compañía, el retraso de fabricación puede convertirse en una amenza ante el ascenso de su competidor, Airbus.

La huelga obligó a suspender el viaje de un equipo de la Agencia de Seguridad Nacional en el Transportes que investiga el accidente del vuelo 990 de EgyptAir, el jumbo que se estrelló a finales del año pasado en Nueva York. Los técnicos que manejan el programa del simulador de vuelo de Boeing estaban en huelga.

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