El acusado de robo y agresión sexual dice que no recuerda nada
Ismael G. T., de 21 años, apenas levantó la vista de sus zapatillas deportivas de color amarillo limón durante la declaración de Tamara, que está a punto de cumplir 20 años, y que le reconoció ante el tribunal como el hombre que en la noche del 17 de enero de 1999 le colocó una navaja en el cuello, le robó, le pidió un beso y después le obligó a que le masturbara y le hiciera una felación.El acusado de sendos delitos de robo con intimidación y agresión sexual, que fue juzgado ayer por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Vizcaya, respondió a la fiscal que no recordaba nada de lo que pasó aquella madrugada en el ascensor de un inmueble de la calle Pintor Ángel Larroque, de Bilbao. A preguntas de su defensa, contestó que tomaba drogas desde los 13 años y que, en la mili, después de una semana, le declararon inútil "por drogadicto". El Ministerio Público pidió 13 años y 6 meses por agresión sexual y la defensa solicitó la absolución o un año de cárcel si se le considera culpable.
El acusado tenía también que haberse sido juzgado por los mismos delitos contra otra joven por unos hechos acontecidos el 24 de enero del pasado año. La víctima no compareció y el tribunal admitió la petición del fiscal de que se suspendiera la vista. Se fijó una nueva comparecencia para el 6 de marzo próximo. El Ministerio Público pide en este caso seis años de prisión por agresión sexual y cuatro por robo.
Otros cinco casos
Ismael G.T. tiene abiertos otros cinco procedimientos por delitos similares en otros juzgados y la Ertzaintza cuenta con una docena de denuncias contra él, según reconoció uno de sus abogados fuera de la sala.
En la vista, la joven Tamara relató de manera escueta, pero segura, que eran las tres de la madrugada del 17 de enero de 1999 cuando salió de un taxi en la puerta de su domicilio. Entró en el portal y en el ascensor le abordó el acusado. Ella pulsó el sexto piso, pero el agresor tocó uno superior. Sacó una navaja de cachas rojas y tres centímetros de hoja -"trabajaba en Mercabilbao y solía usar navaja para la fruta", fue casi la única frase que dijo ayer el acusado- y la colocó en el cuello de la joven.
No hubo amenazas verbales. Le pidió el dinero. Ella se lo entregó y él quiso más. Tamara le respondió que no tenía. Entonces le dijo que se desabrochara el abrigo. Lo hizo y él le soltó los botones de la camisa. "Me empezó a tocar y me dijo que le diera un beso. Le dije que no y me obligó. Se bajó los pantalones, me dijo que le masturbara con la mano y con la boca". Luego escupió el semen. La prueba de ADN demostró que pertenecía al acusado. La joven declaró que "parecía que había bebido", pero que no estaba alterado. Los peritos que examinaron al presunto agresor declararon en el juicio que sufre trastornos de personalidad y posee rasgos paranoides, pero que no se le apreciaron síntomas de toxicidad.
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