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Steven Weinberg, físico del todo

Steven Weinberg nació el 3 de mayo de 1933, y se crió tan cerca del estadio de los Yankees que "las luces no te dejaban dormir por la noche", cuenta. Su padre y su abuelo paterno eran inmigrantes europeos. Buena parte de su familia pereció en el Holocausto alemán. De niño, escuchaba música clásica en la radio y aprendió química con un juego heredado. En la escuela Bronx Science, donde "se consideraba muy poco in no haber aprendido cálculo por tu cuenta", comenzó a destacar en física, especialmente después de haber leído un libro popular sobre la idea apasionante de que la naturaleza se basaba en leyes simples pero poderosas. "En el fondo de eso había algo más sencillo que la apariencia", afirmó. "Era la vanguardia del conocimiento".Son muy conocidas sus declaraciones sobre religión y deísmo, incluido su tan citado aforismo, "Cuanto más comprensible parece el universo, más inútil parece también". Pero en los pasajes siguientes, rara vez citados, Weinberg profesa la creencia de que el esfuerzo científico por desvelar una teoría completa del universo es una de las cosas que pueden por sí mismas añadir dignidad y significado a la existencia humana.

Sin embargo, en cuanto a la religión convencional, sus opiniones son tajantes: no sólo es absurda, sino también dañina para la civilización. "La historia de los últimos miles de años ha sido una historia de persecuciones y guerras religiosas, guerras santas y cruzadas", afirmó. "En mi opinión todo eso es, como mínimo, muy lamentable".

En realidad, Weinberg reflexiona sobre la posibilidad de que haya un Dios y se imagina en el lugar de Abraham con su fe puesta a prueba por la orden de sacrificar a su hijo. "Incluso si Dios existiese", dice, "¿cómo sabes que sus juicios morales son los correctos? Me parece que Abraham debería haber dicho, "Dios, eso no es justo".

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