Tribuna sanitaria: Fundaciones de la salud Joaquín Camacho
La década de los noventa ha sido para nuestro país un periodo de bastante crecimiento para el sector no lucrativo en general y para las fundaciones dedicadas a la salud en particular. Esto es así porque en nuestro país, como en el resto de los países desarrollados, asistimos a un cuestionamiento profundo de las políticas tradicionales de bienestar social, que tiene su base en cierto descrédito del "consenso neoliberal" que ha dirigido la política económica mundial durante las dos últimas décadas. ¿Qué quiere decir esto?: pues que el procedimiento de alentar y dar rienda suelta a los mercados privados está siendo sustituido por una vía intermedia entre la mera confianza en el mercado y la mera confianza en el Estado.Por otra parte, se trata ya de una importante fuerza económica a nivel mundial que mueve 1,1 billones de dólares en Estados Unidos, lo que representa la octava mayor economía del mundo, según cifras aportadas por un estudio realizado por la Universidad Johns Hopkins en 22 países desarrollados, publicado en España por la Fundación BBV. Según dicho estudio, el sector no lucrativo tiene más empleados que las mayores empresas privadas de esos países en una proporción de seis a uno (19 millones de empleados en el sector no lucrativo, frente a 3,3 millones en el privado); eso sin tener en cuenta el trabajo voluntario, que representa otros 10,6 millones de empleados a tiempo completo. En el estudio se pone también de manifiesto que dos terceras partes del empleo del sector no lucrativo están concentradas en los tres ámbitos tradicionales de servicios de bienestar social: educación (30%), sanidad (20%) y servicios sociales (18%).
La sanidad, en países como Estados Unidos, Japón o Países Bajos, representa el 45% del empleo del sector no lucrativo, lo que refleja el carácter privado, poco común en el resto de los países, de la atención sanitaria. En nuestro país, las cifras seguramente son menos espectaculares, predominando los servicios de atención social e incluso los educativos sobre los sanitarios. Hay que decir que la "clasificación internacional de entidades no lucrativas" establece cuatro grandes subgrupos dentro de las entidades de ámbito sanitario: hospitales y rehabilitación, residencias de la tercera edad, salud mental y servicios de urgencia y, finalmente, "otros" servicios sanitarios. Pues bien, al día de la fecha, este último es el que contiene el mayor número de fundaciones de la salud en nuestro país.
Fundaciones en su mayoría medianas o pequeñas, cuyas principales fuentes de ingresos provienen de subvenciones estatales, de cuotas y pagos por servicios en el caso de organizaciones profesionales y de aportaciones privadas en el de organizaciones religiosas y humanitarias.
Si a veces ocurre que las grandes entidades no lucrativas corren el peligro de perder el contacto con los ciudadanos de base y se enfrentan a una progresiva mercantilización, las más necesitan de mejores modelos de formación y de gestión que, sin dejar de reflejar los valores principales que se supone que deben promover este conjunto de entidades, actúen de manera eficaz en beneficio del interés público. No se trata ya de la formación tradicional en materia de gestión o la adopción sistemática de técnicas de gestión importadas del mundo empresarial o del sector público, sino de forjar un modo distinto de formación gerencial para el sector no lucrativo que tenga en cuenta los valores y el espíritu característicos de este sector, si bien garantizando la eficacia de lo que se hace. Y esto, en el ámbito de la salud, es más difícil y más importante, si cabe.
Algo de esto se podría conseguir aplicando criterios como los de las denominadas community foundations, tan extendidas en Estados Unidos y en el Reino Unido. Se trata de organizaciones filantrópicas independientes, muy dinámicas, que se dedican a promocionar y mejorar la calidad de vida en un área geográfica específica mediante la obtención de donaciones y subvenciones dirigidas a una gran variedad de necesidades cotidianas; entre ellas, las sanitarias. La diferencia con las fundaciones habituales -en las que las áreas de actuación son muy concretas- o las fundaciones corporativas o de empresas -donde los objetivos están relacionados a menudo con los intereses de la compañía- es que las fundaciones comunitarias asumen un liderazgo público dentro de la comunidad y no dependen de controles externos o influencias ejercidas por otras organizaciones o donantes.
Por lo pronto, y dada la gran variabilidad de tipos de fundaciones de la salud, parece imprescindible contar con una información suficiente sobre este sector y el modo en que funciona, de forma que se pueda documentar su tamaño, estructura e ingresos. Sólo explicando las formas que adoptan y los factores que alientan o retrasan su desarrollo podremos evaluar el impacto que estas organizaciones tienen y la aportación que realizan a la sanidad de nuestro país.
Joaquín Camacho es director de Tercer Sector Consultores y miembro del Patronato de la Fundación Pedro Borrás Astorga.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.