Una facción del IRA amenaza con atentados hasta "la retirada británica"
El IRA Continuidad, una facción del Ejército Republicano Irlandés que no se había sumado explícitamente al alto el fuego, colocó el domingo una bomba en un hotel de Irvinestown, una pequeña ciudad de Irlanda del Norte, sin causar víctimas, y anunció ayer que cometerá más atentados "durante el tiempo necesario hasta que haya una declaración británica de su intención de retirarse". Esta facción avisó con cuatro llamadas telefónicas de la colocación de la bomba, lo que permitió desalojar a unas 80 personas del hotel. El atentado en el hotel de Irvinestown y la amenaza del IRA Continuidad es un nuevo y no pequeño topedo contra el proceso de paz de Irlanda del Norte. El IRA Continuidad no es el IRA Auténtico, la facción que se atribuyó el mortal atentado de Omagh en agosto de 1998, que se cobró 29 víctimas mortales y dos centenares de heridos, pero fuentes de las fuerzas de seguridad afirman que hay claros vínculos entre ambas facciones y que el sector más duro y militarista del IRA se habría refugiado ahora bajo el apellido de Continuidad. Con todo, el atentado del domingo podría haber sido una auténtica sangría de no ir precedido por cuatro llamadas telefónicas, una de ellas con una palabra clave que identifica al grupo terrorista. El IRA Continuidad no se había sumado al alto el fuego por considerar que el proceso de paz es una trampa británica. Esta facción difundió ayer un comunicado, mediante una llamada telefónica al semanario local The Impartial Reporter, en el que, además de reivindicar la bomba del domingo, anunciaba: "Pretendemos continuar avanzando en nuestros esfuerzos bélicos hasta que el mandato británico en los seis condados ocupados sea modificado". Por si cabe alguna duda, este grupo remacha: "Estos avances proseguirán durante el tiempo necesario hasta que haya una declaración británica de su intención de retirarse".
El líder del Sinn Fein, Gerry Adams, dijo antes de conocerse el comunicado de esta facción que "condenaba inequívocamente" el atentado del domingo.
También antes del comunicado, y en un intento de salvar la crisis en el Ulster, el Partido Socialdemócrata y Laborista, liderado por el premio Nobel de la Paz John Hume, propuso una alternativa: que el IRA diera un paso simbólico entregando un kilo de explosivos a la comisión internacional de desarme, presidida por el general canadiense John de Chastelain. Hume recurrió a las columnas del Irish Times, de Dublín, para lanzar su desafío. "Todo se arreglaría si el IRA comunicara a la comisión de desarme dónde se encuentran sus arsenales". Para muchos dirigentes del IRA, ello no entraña una rendición. Para otros, sería una imperdonable traición.
Anoche, en Belfast no había la menor señal de que el IRA vaya a deponer las armas. Ni siquiera en el plazo firmado en Stormont hace casi dos años. Entregar una bala equivaldría a una rendición frente a la presencia de 16.000 soldados británicos y los 12.000 policías del mayoritariamente protestante Royal Ulster Constabulary, el temido RUC.
En ese complejo paisaje político transcurría anoche el dilema de cómo salvar el proceso de paz, cuyo epitafio se va a escribir el viernes, pues entonces se abrirá la carta de renuncia de David Trimble, líder del Partido Unionista del Ulster, como primer ministro del Gobierno autonómico.
El proyecto de ley británico para la suspensión del Gobierno autónomo del Ulster será presentado hoy para su aprobación a la Cámara de los Comunes. El ministro británico para Irlanda del Norte, Peter Mandelson, anunció la semana pasada que suspenderá el Ejecutivo autónomo este viernes si para entonces el IRA sigue sin entregar un arma.
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