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Vendrán a por todos

Si no llamamos a las cosas por su nombre, si no somos capaces de mirar a la cara de los racistas y llamarles racistas; si ellos gritan más y nuestras voces no se alzan para denunciar la vergüenza que nos producen; si no exigimos que las fuerzas de seguridad de un país democrático actúen contundentemente, rotundamente, impecablemente, diligentemente en defensa de los valores democráticos que garantizan la convivencia pacífica de los ciudadanos; si creemos que no es contra nosotros la persecución de los inmigrantes y miramos a otro lado, como en el poema de Bertolt Brecht, también habrá un día en que vengan a por nosotros y ya será tarde.En los sucesos de El Ejido la gente pacífica no se ha sentido protegida por la policía, no sólo los inmigrantes. No es posible que hayan pasado tantas y tan terribles cosas en tres días en El Ejido y que los ciudadanos pacíficos del lugar y los asombrados ciudadanos del resto del país hayamos asistido alarmados a la crecida de un monstruo, sin que nadie haya intentado pararle los pies. Lo ocurrido en El Ejido ha sido doblemente grave por la exhibición de falta de autoridad, por el respeto a la barbarie que las fuerzas de seguridad han exhibido. Es fácil y, se me dirá, demagógico aludir a otros conflictos y ponernos en situación de intentar averiguar qué habría pasado si en lugar de los racistas que han liderado la violencia en El Ejido, hubieran sido jóvenes okupas, por poner sólo un ejemplo incómodo, quienes hubieran protagonizado actos violentos. La respuesta está flotando en el viento.

Los días de El Ejido han pasado sin ministro del Interior y sin delegado del Gobierno. El ministro del Interior y el delegado del Gobierno en Andalucía nos deben a todos los andaluces pacíficos, que somos todos mientras no demostremos lo contrario, como lo han demostrado los violentos de El Ejido, una explicación por la curiosa y triste actuación de las fuerzas de orden público. Y si no exigimos diligencia democrática de todos los responsables, si creemos que no va con nosotros la persecución de los inmigrantes y miramos a otro lado, puede que los violentos algún día también vengan a por nosotros, y ya será tarde.

MARÍA ESPERANZA SÁNCHEZ

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