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La policía pone fin a casi 300 días de huelga en la Universidad Autónoma de México

Juan Jesús Aznárez

La Policía Federal Preventiva recuperó ayer al asalto las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la mayor de América Latina, ocupadas desde hace 291 días por los estudiantes declarados en huelga. A las seis de la mañana, cerca de 2.500 policías bloquearon accesos, derribaron barricadas, forzaron puertas y detuvieron a 632 estudiantes, casi todos medio dormidos. El rector, Juan Ramón de la Fuente, exigió "la liberación inmediata e incondicional" de los estudiantes detenidos que "no cometieron delito alguno" durante la huelga.

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En conferencia de prensa, el rector pidió a las autoridades que traten con "benevolencia y justicia" a los que haya cometido algún acto ilícito. De la Fuente anunció que retirará todas las denuncias penales presentadas contra cualquier miembro de la comunidad universitaria desde el inicio de la huelga.Durante nueve meses había sido imposible la solución negociada de un conflicto que comenzó con una protesta contra la subida de tasas académicas y reclamó después concesiones más ambiciosas, entre ellas, una decisiva participación de los estudiantes en la reestructuración del funcionamiento de la UNAM a través de un Congreso Universitario. Los principales líderes de la protesta, el estudiante Alejandro Echeverría y el profesor de Economía Mario Benítez, cayeron en la masiva e inesperada operación ordenada por la juez segunda de distrito en materia penal del Distrito Federal, con cargos de apropiación indebida. Algunos detenidos debieron ser atendidos médicamente por crisis nerviosas.

La policía portaba bastones y escudos, pero no armas de fuego, y no se registraron incidentes graves durante la recuperación de la UNAM, grabada por la propia policía y observada por la estatal Comisión Nacional de Derechos Humanos. Consideraciones políticas y el miedo a un nuevo Tlatelolco, la matanza de estudiantes registrada en octubre de 1968 en la plaza de las Tres Culturas, impidieron hasta ahora una acción contundente. La UNAM, una de las universidades más antiguas del continente, heredera de la Real y Pontificia Universidad de México, cuenta con clubes deportivos, buques oceanográficos, tiendas, estación de bomberos y observatorio astronómico, entre otros servicios.

El Gobierno de Ernesto Zedillo y la jefatura del Distrito Federal, controlada por el opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), centroizquierda, según las fuentes consultadas, habían llegado previamente a la conclusión de que urgía su recuperación para, entre otras consideraciones, evitar que el progresivo empeoramiento de la huelga pudiera interferir las elecciones presidenciales del 2 de julio.

De hecho, 500 agentes de la policía metropolitana participaron en la operación. "Se desbordaron los límites de la cordura", declaró en conferencia de prensa Diodoro Carrasco, secretario de Gobernación (ministro del Interior).

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El alto funcionario negó que la policía hubiera vulnerado la autonomía universitaria al traspasar los recintos de la UNAM, inaugurada en 1910. "El campus universitario no es ajeno al Estado de derecho, ni un espacio que se convierta en territorio de impunidad". El profesor emérito Ignacio Burgoa, que repetidamente había pedido a Zedillo la intervención de la policía, abundaba sobre este punto: "No hay que confundir la autonomía con la extraterritorialidad. Sólo la confunden los estólidos y los ignorantes".

La mayoría de los huelguistas fue sorprendida por la policía en el Auditorio Che Guevara, en las facultades de Derecho y Filosofía y Letras u otras escuelas e institutos de la inmensa Ciudad Universitaria del Pedregal, en la capital mexicana. Los estudiantes, brazos en alto, haciendo con los dedos el signo de victoria, fueron conducidos a autobuses para su traslado a centros de detención.

"Este movimiento no claudicará jamás, somos presos políticos", advirtió Alejandro Echeverría. Cócteles mólotov y marihuana sembrada en macetas figuraban entre el material confiscado. "Es inenarrable la destrucción en que se encuentran las instalaciones de la UNAM", subrayaba a bordo de un helicópero un periodista de la cadena Televisa. La policía montada impidió que familiares de los estudiantes detenidos y simpatizantes de la huelga pudieran interferir en la operación. Un padre alertaba sobre nuevas protestas. "La represión es el peor error del Gobierno. Vamos a defender a nuestros hijos en su lucha por una educación pública gratuita". "¡Pueblo de México, despierta!", añadía otro. "¡Suelten a nuestros hijos!".

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