LEGANÉS Todo resultó muy poco serio
Si lo que se pretendía era sacar algunos duros para Venezuela, seguro que se ha conseguido, porque la plaza se llenó. Pero ya que el público había acudido al festival, debería haberse organizado con más seriedad. Porque desde que se inició el paseíllo hasta que se retiraron los espadas todo transcurrió manga por hombro.Para empezar, se intentó guardar un minuto de silencio, se supone que por las víctimas, aunque no hubo manera de saberlo. Allí estaban los toreros, serios y solemnes. Y por los tendidos, el público de cháchara y griterío.
A continuación se tardó más de 10 minutos en dar suelta al primer novillo, con cuchicheos y carreras por el callejón. Se decía que, como Sebastián Palomo se había caído del cartel, había que soltar antes, en lugar de su novillo, el destinado a Dámaso González. Vaya usted a saber. Y vaya usted a saber si los novillos eran o no los anunciados, porque todos salieron sin divisa. Sin divisa y a cuál peor presentado. Todos sin trapío y con un tufo a saldo y desecho que mareaba.
Varias / Seis espadas Novillos despuntados para festival, de Elena González, abecerrado y muy flojo; de José María Manzanares, flojo; de Hermanos Gutiérrez Lorenzo, manso; de Yerbabuena, manejable, se le dio la vuelta al ruedo; de Palomo Linares, manso; de Alcurrucén, soso
Dámaso González: aplausos y saludos. José Mari Manzanares: dos orejas. Niño de la Capea: oreja. Ortega Cano: dos orejas. Miguel Martín: oreja. Miguel Palomo: aviso con cinco minutos de retraso y aplausos. Plaza de Leganés. 6 de febrero. Festival benéfico por Venezuela. Lleno.
Los toreros, despreocupados de la lidia, y con aires de que aquello terminara cuanto antes, no importa de qué manera.
Faenas vulgares
El meollo del festejo se compuso de seis faenas vulgares y con muchos pases, que el público acogió con frenético delirio. Dámaso González, con un bichejo al borde de la invalidez, que se ceñía y revolvía, anduvo juguetón, hábil y con ratonera veteranía. Manzanares toreó muy bien de capa a la res mejor presentada del encierro, que luego se le quedaría muy corta en la muleta. El alicantino la pasó con gusto y suavidad, sobre todo en dos trincherazos muy templados.
Se protestó mucho el becerrete destinado a Pedro Moya, al que sólo hicieron cosquillas en varas. Cimentó el torero su faena sobre la mano izquierda, llevando muy toreado a su enemigo. Mató de un feo bajonazo. Ortega Cano quiso lucir al novillo de su hierro y lo puso de largo en los encuentros con el caballo. Al final perdió gas y Ortega lo toreó ventajista y sin arrimarse. Al novillo le dieron una vuelta al ruedo que muy pocos pidieron. Miguel Martín lo intentó todo con el capote y nada le salió bien. Pasó apuros en banderillas y toreó sin mando ni acoplamiento. Y Miguel Palomo demostró a todos que todavía está verde, verde limón. Codillero con capote y muleta y fatal con el estoque, porque se queda en la cara y no hace la cruz. En el terreno de lo favorable hay que decir que se coloca bien y cita correctamente.
Babelia
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