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FERIA DE VALDEMORILLO

El gachó del palco

Nada más aparecer el primer toro ya se estaba pegando costaladas. Se pegó tantas que el presidente lo devolvió al corral. La gente se quedó sorprendidísima. Eso de que el gachó del palco procediera contra de los intereses de los taurinos era caso insólito.La estructuras de la fiesta están así de organizadas. El presidente parece como si formara parte de la cuadrilla. Unos van de banderilleros, otros de picadores, hay mozo de espadas y al más torpe de la tropa lo mandan al palco para que haga allí de ordenanza. De paso podría dar sombra al botijo.

Los taurinos andan en gestiones para institucionalizar esa figura. Colectivos gremiales de coletudos pretenden reglamentar las funciones del gachó del palco. Y consistirían en que no tenga ninguna salvo obedecer lo que les ordenen desde el redondel. De hecho ya se está en estas. Los presidentes hacen lo que les digan. A veces ni siquiera eso pues les leen a los toreros el pensamiento. Barruntan que les gustaría una oreja y se la regalan.

Sayalero / Higares, Puerto, Encabo Toros de Sayalero y Bandrés (primero, sobrero, en sustitución de un inválido); tres de discreta presencia y tres sin trapío, inválidos, dóciles; 6º único que tomó dos varas, con hechuras y casta

Óscar Higares: pinchazo y estocada corta atravesada (silencio); estocada atravesada y tres descabellos (silencio). Víctor Puerto: bajonazo (oreja con escasa petición); estocada trasera caída; se le perdonaron dos avisos (oreja con protestas). Luis Miguel Encabo: metisaca bajo, pinchazo hondo escandalosamente bajo, pinchazo, estocada corta, rueda de peones, descabello y se echa el toro (silencio); pinchazo hondo y descabello (escasa petición y vuelta). Plaza de Valdemorillo, 5 de febrero. 2ª corrida de feria. Lleno.

De cuantas orejas se llevan cortadas en Valdemorillo, ninguna fue concedida a petición mayoritaria del público, como manda el reglamento; todas porque al gachó del palco le daba la gana. Es buen nombre este para el gachó: en el arte instrumental, el gachó del arpa; en el arte de Cúchares, el gachó del palco.

Con gachós así, se comprende que no salga toro íntegro jamás. Valdemorillo, feria primaria e indiciaria, da la muestra de lo que será la temporada. Saltan a la arena los toros y a las dos embestidas ya se están pegando batacazos. Y la fiesta sigue...

Siguió y los diestros no hacían gran cosa con el capote. Sólo Víctor Puerto, que a su primero lo recibió mediante tres largas cambiadas de rodillas y, de pie, se advirtió su maestría capotera y muletera. Víctor Puerto es uno de los toreros más cualificados del escalafón. Lo que le ocurre es que le pierde el carácter.

No un mal carácter sino un carácter alegre y populista, tan extrovertido que tras dominar al toro utilizando suertes ortodoxas dotadas de temple y mando, ejecutadas con valor sereno, se le va la euforia a las galerías, y se pone a torear para ellas. Y no ve el fin, sin percatarse de que en la grada hay gente de entendimientos taurómacos, mucha afición y experiencia, y le dicen que por ahí no es.

Tras obligar Puerto a los toros con técnica consumada y pasárselos a distancias inverosímiles, las faenas ya estaban hechas y el éxito conseguido. Pero seguía, terne e interminable, hasta ponerse pesadísimo. En el quinto toro el gachó del palco le debió enviar dos avisos y en cambio le regaló una oreja; como debe ser.

Óscar Higares no tuvo reunión con sus toros, uno pastueño y otro amodorrado; acaso porque empezaba la temporada. Luis Miguel Encabo, que cumplió en banderillas, tampoco obtenía ligazón en sus faenas, pese a la voluntad que aportó, incluso en el sexto de la tarde, único que por casta y trapío poseía la integridad debida para la lidia... Cuando por haber toros en los ruedos y seriedad en los palcos existía la lidia, se quiere decir.

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