El amor
La clase alta enseña modales a las clases bajas. Para apoyar este enunciado basta la costumbre china de achicar los pies que apareció como un capricho en la corte del emperador Li, a fines del siglo X, y se extendió a las clases populares hasta comienzos del siglo XX. Norbert Elías tiene escrito un hermoso libro, La sociedad cortesana, donde se examinan los contagios, en los gustos y los valores, del aroma palaciego a los ambientes de aldea. La aparente relación con los bienes materiales o espirituales discurre desde los príncipes a los villanos. E incluso el amor llega abajo impregnado de sus estilos. Así ocurrió con el romanticismo y sigue con las modernas relaciones de pareja. Más allá de lo que se aprenda en la calle o en los cines, son las revistas del corazón, profusos cronistas de la alta sociedad, quienes desempeñan la función de propagar las tendencias. Y en el amor, naturalmente.Ningún amor de toda la vida suscita hoy emociones mientras es suceso la ruptura, el desentendimiento, el divorcio sucesivos. Con un condimento adicional: en el tránsito de una a otra relación lo característico será la facilidad o la ausencia de drama. La celeridad, en fin, con la que se recobrarán los personajes, fuertes y elásticos como atletas, prestos de inmediato para emprender otro romance igual en tiempo record. De esta manera el público, lectores y lectoras del montón, aprenderán pronto lo que son las cosas. Una vida a secas es hoy una dosis antigua y pobre. Ahora se tiene el derecho a vivir varias vidas. Y ¿cómo mejor que cambiando la pareja, combinando el estreno de otro yo con la elección de una nueva compañía? En este sentido, el año, ha empezado muy bien para el caso de Mar Flores que no sólo ha obtenido el divorcio legal de Carlo Constanza de Castiglione sino que, tras Fernández Tapias y Cayetano Martínez de Irujo, se ha empeñado con el empresario Javier Merino para otra boda. De un efecto a otro, de una vicisitud a otra, Mar resbala con una envidiable salud. Ni un rictus, ni una ojera. La categoría romántica o matrimonial ha dejado de ser aquel mundo gravoso y capital de antaño para extender, desde la cima social hasta la base, el modelo moderno de lo efímero, lo mutable, lo venial.
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