Una oportunidad para no desperdiciar JOAN SAURA
Diez días de negociación acelerada entre el PSOE e Izquierda Unida han dejado como cosa del pasado uno de los principales aspectos de la política española desde 1982: la incomunicación, cuando no el enfrentamiento, entre las dos principales fuerzas de la izquierda. En ambas partes se habían enquistado durante esta larga etapa posiciones y actitudes que parecían condenadas para siempre al enfrentamiento sistemático. Ni el PSOE de Felipe González ni la IU de Julio Anguita eran capaces de superar esa situación, que, por otra parte, les llevaba en el plano electoral a un callejón sin salida.Este escenario ha pasado a la historia, pero el pacto entre Joaquín Almunia y Paco Frutos no ha eliminado todos los estropicios originados por dos décadas de divergencia. La política de IU de considerar a los socialistas como adversarios con los que no se podía pactar provocó rupturas internas, un permanente desgaste y, en Cataluña, una escisión. El elemento político principal de la escisión fue, precisamente, la política de alianzas trazada por Iniciativa respecto a los socialistas.
Si la escisión perseguía sustituir a Iniciativa-Verds como punto de referencia electoral del espacio político situado a la izquierda del partido socialista, ha fracasado. Dos años después de la ruptura, Iniciativa-Verds sigue siendo la representación de quienes defienden propuestas de izquierda radical desde la perspectiva social, ecológica, feminista o nacional, aunque debilitada, ciertamente, porque el electorado ha penalizado la división.
El precio que hemos tenido que pagar ha sido ver cómo se quebraba en 1999 la curva ascendente que le había llevado en 1996 a los 300.000 votos. No obstante, el electorado ha indicado con claridad en las tres últimas citas con las urnas que el referente es Iniciativa per Catalunya-Verds.
Creo que el pacto con el PSOE es el abandono, la rectificación por IU de aquella política que provocó su ruptura con IC-V, la que se tradujo en la escisión de 1998. Una de las consecuencias de este cambio es que, en Cataluña, ha dejado de tener sentido la división de este espacio político en dos fuerzas y que, por tanto, lo que ahora corresponde es ver cómo se endereza el entuerto. Al igual que ha sucedido en el plano general español, lo que hace 10 días parecía imposible ha dejado de serlo. Ser coherente con el acuerdo alcanzado en el resto de España significa, en mi opinión, que en Cataluña la izquierda radical, ecosocialista y alternativa concurra a las elecciones como una sola opción.
El criterio de IC-V es que IC-V y EUiA pueden, si quieren, elaborar una declaración programática conjunta y que la candidatura electoral al Congreso de los Diputados que encabezo puede abrirse a los candidatos que EUiA quiera. En cuanto al Senado, la negociación es forzosamente más amplia, y presenta inconvenientes prácticos que pueden superarse sólo mediante buena voluntad política.
Con todo esto no quiero obviar que esta nueva reagrupación de fuerzas debe hacerse con calma, con gradualidad. El proceso abierto en España tiene en Cataluña una mancha, un vacío. Para superarlo es imprescindible dialogar con EUiA; eso es lo que propongo hacer y deseo que EUiA acepte. Esta oportunidad no se puede desperdiciar.
Joan Saura es vicepresidente de Iniciativa per Catalunya-Verds.
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