Barato
Lo barato al final suele salir caro. La experiencia, como un consejo de padre, nos suele hablar dulcemente al oído para que nos hagamos piernas ante los duros a cuatro pesetas. Lo barato, la oportunidad, la ganga en una sociedad donde prima el dinero suele convertirse en trampa donde caemos más por incautos que por ambiciosos. Las casi 200 personas que ayer se colaron por el socavón de oportunidades de Muebles Peralta de Dos Hermanas saben de lo que les hablo. Sobre el reclamo de un sillón a 3.000 salían de aquella devastadora experiencia matinal con el ánimo encogido y agarrados a la única oferta válida que tenemos: la vida. No los había asolado el huracán Mitch, ni un pavoroso terremoto como el de Nicaragua les había velado el sueño. Lo de ayer fueron víctimas de las rebajas. No sólo de las rebajas de los precios. Quizás, probablemente, también de la rebaja del encofrado que fue incapaz de soportar a dos personas por metro cuadrado.¿Qué pasó ayer en Dos Hermanas para que 185 personas cayeran desde el limbo de las oportunidades al infierno de lo que pudo ser una tragedia asiática? ¿Qué clase de material separaba a aquellos desafortunados clientes de la compulsión de la compra en la primera planta a la oscuridad del sótano de la tragedia? ¿Estaban sobre el piso de un pajar o sobre el de una nave comercial? La espléndida mañana de ayer en Sevilla fue oscurecida por las sirenas que llegaban a Valme, al Virgen del Rocío y al Macarena con los resabios de otra jornada luctuosa de los sesenta, aquella Operación Clavel que vistió de miedo y frustración a la ciudad. Afortunadamente fue un día barato para la vida. Y la muerte, que también sabe de rebajas, entendió que en Dos Hermanas la vida es un tesoro que ayer no estaba de oferta.
No es improbable que sobre la polvareda del techo caído aparezcan las gangas de la política. ¿Aplicará el alcalde Toscano de Dos Hermanas la doctrina Monteseirín sobre las víctimas damnificadas en sucesos urbanos? Alguna pirotecnia electoral podrá explosionar su cohetería de colores sobre los terrenos de la tragedia. Y ya no sabe uno qué cosa es más frecuente: si que se caigan los techos o la política levante sospechas sobre su oportunismo. En cualquier caso, también en política lo barato sale muy caro.
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