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La 'barra brava' de Boca dirime a tiros su liderazgo

El liderazgo de la temible barra brava del Boca, vacante desde que el capo José Barrita, conocido como El Abuelo fue a la cárcel por el crimen de dos aficionados del River en 1994, se está disputando a balazos. La sangrienta batalla que se libró antes del partido amistoso que el pasado sábado enfrentó al Boca y al River en el marco de un torneo de verano en la ciudad balnearia de Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires sobre la costa atlántica, dejó el saldo de un muerto y cinco heridos. Tres de ellos se fugaron del hospital donde les atendían para evitar la investigación policial y al cuarto le operaron ayer para extraerle la bala que todavía llevaba alojada en la mandíbula y que le había perforado la nariz.El muerto era Miguel Cedrón, conocido como Marcelo de Lomas. En realidad Marcelo Cedrón es su hijo, que también está en la cárcel por el homicidio de dos hinchas del River en abril de 1994 del que fue acusado El Abuelo. Los dos Cedrón vivían en el distrito de Lomas de Zamora, al sur del gran Buenos Aires. El padre, Miguel, de 47 años, recibió tres tiros en el estómago y murió el pasado lunes. El sobreviviente operado ayer es Fernando Di Zeo, que había estado involucrado antes en una gresca descomunal entre hinchas del Boca y el Independiente y en la brutal paliza con que la barra del Boca sorprendió a los aficionados del Chacarita que entraron al estadio para ver un partido amistoso de entrenamiento en marzo del año pasado.

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Los nombres son conocidos de la policía y de los directivos, que siguen amparando a los que consideran "buenos muchachos" y les regalan entradas, dinero para que acompañen al equipo en sus salidas y les protegen de la policía. Los barras bravas pagan a su vez con la realización de los llamados trabajos sucios : amenazan a los entrenadores o jugadores que no quieren renunciar a los compromisos firmados y exigen la paga de sus contratos, intimidan a opositores políticos, ejercen presión para juntar votos en las asambleas y aprueban o reprueban al equipo y al director técnico según les hayan o no sobornado. Atienden además negocios particulares como los de revender entradas gratuitas, traficar con droga en los estadios y robar a mansalva dentro y fuera de los campos de juego. Tres días antes de la batalla campal entre los fanáticos del Boca, los jugadores del Racing habían denunciado que algunos miembros de la barra brava del club entraron al hotel donde se alojan en Mar del Plata para "apretar" (asustar) a los jugadores que son los referentes de la plantilla. Para el mediocentro Fernando Quiroz no quedaron dudas de sus intenciones: "Vinieron a apretar y amenazar, dijeron que si no aceptábamos el 40% de quita en la deuda que el club tiene con nosotros para que se pueda firmar el acuerdo global con los acreedores y levantar la quiebra, íbamos a sufrir las consecuencias. Alguien los mandó y organizó todo, porque entraron y no había nadie para protegernos, ni siquiera los agentes de seguridad del hotel".

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