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EEUU cree que el rechazo a la globalización es la principal amenaza a su seguridad económica

Estados Unidos considera que su papel como superpoder encargado de asegurar el progreso económico de la humanidad sólo está amenazado por quienes rechazan la globalización. Éste fue el mensaje transmitido ayer en Davos por los secretarios del Tesoro y de Estado, Lawrence Summers y Madeleine Albrigth, respectivamente. Ante una audiencia cautivada, ambos mostraron su satisfacción por "el éxito de Estados Unidos ante el desafío de conseguir no ser una nación imperialista". Estados Unidos también expresó su temor a otros retrasos de una nueva ronda de la OMC.

Ambos representantes del gobierno norteamericano participaron ayer en solitario en un seminario titulado El desafío del compromiso mundial de Estados Unidos. Summers fue quien expresó más claramente su preocupación por la creciente oposición a la globalización económica, que se puso de manifiesto en las manifestaciones de Seattle contra la ronda de la Organización del Comercio Mundial (OMC) del pasado mes. El responsable del Tesoro afirmó que "las más grandes amenazas a nuestra seguridad económica residen en la inseguridad que provoca reacciones de oposición a la integración económica global". Summers defendió que "una economía mundial fuertemente integrada ofrece la mejor defensa y al menor coste de los intereses fundamentales de Estados Unidos".En esta línea, tanto Summers como Albrigth enfatizaron las consecuencias para su política interna de este análisis y que se traducen en la necesidad de convencer a su propia opinión pública de la necesidad de que EEUU asuma su responsabilidad en la comunidad internacional. "Explicando esto de la forma más eficaz a nuestra propia población será crucial para avanzar".

Una alta representante de EEUU en las negociaciones comerciales, Charlene Barshefsky, fue aún más contundente y expresó públicamente el temor a que nuevos retrasos en la convocatoria de una nueva ronda de la OMC "pueda crear un vacío que refuerce las presiones proteccionistas". Summers pidió a los que se oponen a una mayor liberalización comercial, en especial los países en desarrollo, que revisen su negativa a aceptar estándares laborales y medioambientales.

El responsable del Tesoro enfatizó también que los países desarrollados deben hacer esfuerzos para abrir sus fronteras comerciales a los productos de los países en desarrollo, una especie de contrapartida a su aceptación de más apertura, aunque desplazó la responsabilidad fundamental sobre otros, en particular la Unión Europea, aunque sin mencionarla. "No creo que seamos nosotros quienes debamos disculparnos por nuestra poca apertura comercial hacia los países en desarrollo", sentenció.

Albright relacionó la defensa de la democracia que siempre ha impulsado la política exterior de su país, con la del libre comercio, lo que acabó motivando una atípica intervención de uno de los participantes al Foro Económico de Davos. Concretamente, un filipino que acusó a Albright de reescribir la historia al presentar a su país como campeón de la democracia, cuando en realidad había apoyado a dictadores como Ferdinand Marcos y Mobutu. El moderador se encargó de evitar que Albrigth se viera obligada a contestar la incómoda pregunta.

Con su intervención a favor de una inmediata puesta en marcha de nuevas negociaciones sobre el problema comercial, ambos estadistas estaban dando respuesta a una de las grandes preocupaciones de la élite empresarial reunida en Davos. Para muchos de los asistentes lo ocurrido en Seattle es una amenaza que aún no han conseguido olvidar.

Inquietud por Rusia

Otra fuente de inquietud es la situación en Rusia. Albright explicó que es preocupante que se frustren en ese país las expectativas de la población de que la democracia resolvería los problemas económicos. "Esas frustraciones implican un peligro de erosión de la confianza en los gobernantes elegidos y alimentan tendencias del pasado como el proteccionismo y el autoritarismo".

Sobre este país también se pronunció ayer el financiero y especulador George Soros, quien llamó al Fondo Monetario Internacional (FMI) a "irse de Rusia". Según Soros, "las instituciones internacionales y los inversores han perdido la capacidad de influir en la dirección de los acontecimientos", lo que representa un peligro para los recursos de los inversores privados y de las instituciones financieras internacionales. Ante estas afirmaciones, el ministro de Finanzas de Rusia, Mikhail Kasyanov, aseguró que su país "necesita al oeste". También el enviado especial de las Naciones Unidas a los Balcanes, Carl Bildt, denunció que todo el dinero enviado a Rusia por EEUU, Europa y las instituciones internacionales ha acabado en cuentas privadas en Chipre.

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