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El 'cerebro' de las cuentas clandestinas de la CDU abandona el partido

Pilar Bonet

El hombre del maletín ha dejado de militar en la CDU. Horst Weyrauch, uno de los pocos hombres de confianza de Helmut Kohl en materia de finanzas clandestinas, se dio de baja ayer en la Unión Cristiana Democrática (CDU), aparentemente para evitar que le expulsaran de la organización. Weyrauch fue la persona que, en compañía del tesorero de la CDU, Walter Leisler Kiep, recibió una maleta con un millón de dólares del comerciante de armas Karlheinz Schreiber en 1991 en Suiza, según documentos de la fiscalía.

Hombre discreto y poco amigo de hacer declaraciones, Weyrauch pasa por ser uno de los cerebros del sistema de cuentas clandestinas de la CDU, tanto a escala federal como a escala del land de Hesse, donde trabajaba con el tesorero Casimir Prinz zu Sayn-Wittgenstein.En noviembre, cuando el escándalo comenzó a cobrar magnitud, Weyrauch fue destituido como asesor financiero de la CDU. Para el lunes, la organización a la que pertenecía iba a plantear su posible exclusión del partido. El funcionario es el primer testigo convocado a declarar el 16 de marzo por la comisión del Bundestag (Parlamento) que investiga las cuentas clandestinas de la CDU.

Como Leisler Kiep y Prinz zu Sayn-Wittgenstein, Weyrauch es uno de los veteranos del sistema Kohl y que durante décadas se han curtido en las interioridades del partido. Hasta ahora, todos los intentos de presionar a Helmut Kohl para que diga los nombres de los supuestos donantes anónimos han fracasado. Tras desistir de la idea de llevar a los tribunales al artífice de la unidad alemana, los clarificadores de la CDU han dado un respiro al ex canciller para que reflexione y ejercen ahora presión sobre sus colaboradores más fieles.

Para este fin de semana, la organización de la CDU en Hesse espera la presentación de un informe en el que Weyrauch da cuenta de sus 28 años de servicios al partido. El funcionario, que lleva una existencia de clase media en Francfort, llegó a la CDU en 1972 de la mano del ex tesorero Walter Leisler Kiep. En la sede central del partido, la Adenauer Haus de Bonn, Weyrauch estaba a cargo del pago de los sueldos de los funcionarios del partido, pero no era un personaje público. En el interrogatorio al que fue sometido por la Fiscalía de Augsburgo, Weyrauch dijo que había actuado de acuerdo con las instrucciones recibidas y que no se había interesado por el destino de las transferencias. Los auditores que han confeccionado el informe de la empresa Ernst & Young constataron que Weyrauch, al igual que Kohl, no ha dado detalles que contribuyan a aclarar los movimientos de las cuentas.

La policía se incautó el jueves de 200 ficheros de documentos en un registro en la administración de la CDU en Hesse. El jefe del Gobierno de aquel Estado, Roland Koch, había revelado ese día que las transferencias clandestinas a Suiza en 1983 no eran de ocho millones de marcos como había informado antes el ex ministro del Interior Manfred Kanther, sino de 17,5 millones. El dinero había sido transferido a tres cuentas que estaban a nombre de Weyrauch. Ayer, la fiscalía ordenó el registro del domicilio privado de Kanther en Wiesbaden y su despacho de diputado en Berlín.

Mientras la trama político-policiaca de la CDU se complica con nuevas revelaciones, los alemanes discuten sobre las dimensiones del fenómeno y los juristas debaten sobre la necesidad de cambiar los mecanismos de control democrático para restringir el mandato de los políticos. "Las crisis en la conducta de los partidos son crisis de nuestra democracia", manifestaba el ex presidente federal Richard von Weizäcker en un artículo en Frankfurter Allgemeine Zeitung. "La crisis en la que estamos es bastante seria", afirmaba el prestigioso político, que acusaba a Kohl de utilizar el partido como instrumento de poder a su servicio.

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El poder tenía "absoluta prioridad" para Kohl, señala el ex presidente, según el cual éste servía a su partido, tras haberlo puesto "al servicio de su propio poder". El dinero, para Kohl, era simplemente un instrumento para el poder, señala Von Weizäcker. El ex presidente propone limitar temporalmente los mandatos de los políticos y también la estancia al frente de la dirección de los partidos. Una permanencia al frente del partido de 25 años, sólo puede llevar al "entumecimiento y la dependencia", manifestaba Von Weizäcker. Para el ex presidente, la democracia alemana tiene la fuerza suficiente para superar el desafío ante el que se halla.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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