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Dirigentes de EEUU exhiben en Davos el éxito de su economía ante los europeos

Llegar, ver y vencer. La élite empresarial, política y tecnológica de EEUU ha convertido el Foro Económico Mundial de Davos en una escuela de negocios en la nieve para sus colegas europeos. Respaldados por la fase de crecimiento económico más larga de su historia, los dirigentes estadounidenses dan lecciones sin ruborizarse sobre lo que Europa debe hacer. Ayer le tocó al primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, quien compartió tribuna con un joven y afortunado empresario norteamericano, que le dio consejos sobre cómo modernizar la economía europea.

Blair, que ayer disfrutó de la más entusiasta acogida dispensada a ninguno de los gobernantes que ha acudido hasta ahora a Davos, se esforzó por imprimir en la retina de la comunidad reunida en el Foro la imagen de líder modernizador que ha caracterizado su mandato. En su discurso, abrazó con entusiasmo las virtudes de la nueva economía, y definió las tres prioridades de su gobierno: "Rigor monetario, cambio acelerado de la estructura industrial y apoyo a los proyectos de nuevas tecnologías de las pequeñas empresas, y reforma de los sistemas de bienestar y los mercados laborales".Respondía así en parte por adelantado a las críticas que desde el lado norteamericano se lanzan estos días contra la poca flexibilidad de las sociedades europeas.

Según Blair, su programa, que también incluye una reforma económica de la Unión Europea que se deberá decidir en la reunión de Lisboa del próximo mes de marzo, pretende "recuperar el liderazgo de la nueva economía", superando la vieja preocupación de la izquierda por el nivel de ingresos y reconociendo que "cada persona tiene un valor en potencia". En apoyo de sus tesis, el dirigente británico afirmó que "la primera preocupación social de los ciudadanos es el crimen relacionado con la droga. No es cierto que sean sólo los conservadores los que hablan de tolerancia cero contra el crimen".

Tras su intervención, que recogió una larga ovación desde el patio de butacas, Blair mantuvo una sesión de intercambio de ideas con el empresario norteamericano Michael Dell, presidente de Dell Computer. Se trata de un escenario habitual en Davos, con el que se pretende facilitar el intercambio de ideas entre dirigentes políticos y empresarios. Dell, un joven que en pocos años ha creado una empresa que vende decenas de miles de ordenadores personales en todo el mundo, dio algunos consejos que Blair debería aplicar si quería que su país fuera líder, como por ejemplo incluir temarios con contenido informático en los programas educativos, o la necesidad de suprimir formularios en papel para que los ciudadanos realicen más gestiones ante la administración para fomentar el uso de Internet.

Fue un ejemplo más de la fe en sus progresos que domina al tercio de norteamericanos que forman parte de los 3.000 asistentes al Foro de Davos. El momento culminante de este fenómeno tendrá lugar hoy mismo con la llegada del presidente Bill Clinton y cinco miembros de su Gabinete acompañados por un equipo, que según la prensa norteamericana sumará 1.200 personas.

En su intervención, Blair también habló sobre el fracaso de la ronda de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en la reunión de hace apenas un mes en Seattle. Desde el inicio del Foro, el pasado jueves, este fiasco ha emergido como uno de los pocos traumas que preocupa seriamente a la mayoría de los representantes de la élite del capitalismo mundial.

Blair se mostró partidario de que EEUU y la Unión Europea lideren el proyecto de poner en marcha una nueva ronda de liberalización comercial este mismo año, partiendo de la propuesta de que los países ricos deberían ofrecer a los países en desarrollo acceso libre a sus mercados para la mayoría de sus productos.

También en Davos, pero en otro debate, el presidente de México, Ernesto Zedillo, que criticó duramente a las organizaciones no gubernamentales que se oponen a la OMC de ser unos globofóbicos que perpetuan la postración de los países pobres, se pronunció en la misma línea.

Estas propuestas, sin embargo, no contaron con el apoyo del director general de la propia OMC, Mike Moore, quien reconoció que la mayoría de los gobiernos sólo ha otorgado una luz amarilla para acometer nuevas conversaciones. El propio Moore intentó ayer quitar importancia a las masivas manifestaciones que se produjeron en la ciudad norteamericana.

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