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Del salón de actos al Albéniz: setenta centros han participado en el sexto certamen de teatro escolar de la Comunidad

Una época de inactividad en su carrera profesional como actor llevó a Rafael Ramos a dirigir el grupo de teatro del instituto de su hija Raquel; luego, aunque llegó el trabajo (actualmente es actor de la Compañía Nacional de Teatro Clásico), se "enganchó" con los chicos, y ayer, el grupo que dirige, El Cotarro, del instituto de enseñanza secundaria Felipe II, en el barrio de Moratalaz, resultó triplemente premiado en el VI Certamen de Teatro Escolar de la Comunidad de Madrid. El premio consistió en representar la obra ¡Qué farsos somos!, de la autora Julia García Verdugo, sobre un escenario "de verdad", el del teatro Albéniz, al que ayer acudieron unos 300 estudiantes de diversos centros de Madrid y otras poblaciones de la región. La mayoría de los jóvenes protagonistas del acto expresaban la "emoción" de actuar en un teatro y alguno señalaba que no siempre disponen de un local apropiado en sus centros. Así lo corroboró en su parlamento el viceconsejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Francisco López Rupérez, cuando habló de la necesidad de imprimir un "sello de calidad" a los centros madrileños, dotándolos de un salón de actos o, "como mínimo", de un aula de usos múltiples. El acto de entrega de los premios, 13 en total, repartidos entre ocho centros, fue la cumbre de un largo proceso iniciado el curso pasado y en el que han intervenido 70 grupos de teatro de otros tantos institutos y colegios. Un jurado integrado por tres personas del sector de la educación seleccionó a los 16 finalistas. Entre los participantes más jóvenes destacaron las alumnas del colegio Santa Catalina de Sena, de Chamartín, que, además, protagonizaron el acto de entrega, ya que, como ganadoras del certamen anterior, fueron las encargadas de dirigir la ceremonia. Entraron a escena representando a Chirinos, Chamfaya, Pedro Carrasco y demás personajes del cervantino El retablo de las maravillas, para llamar (al final, casi a gritos, por la algarabía que se organizaba cada vez que se nombraba a un centro) uno a uno a los galardonados. Una de las componentes del grupo, Marisol, de 11 años, confesaba que, después de intervenir en tres montajes, prefería el de El retablo "por ser el más serio y profesional". Sus compañeras asienten y añaden que les gusta hacer teatro "porque pierdes la vergüenza" (Elena, 14 años), "porque en escena haces cosas que nunca serías capaz de hacer fuera" (Ainhoa, 14 años) o porque, como sentencia Paloma, de 11 años, "conoces más a las personas". El director del grupo, Lino Ferreira, y la coordinadora de la actividad, Victoria Olmedo, escuchan orgullosos a las chicas -que este año han vuelto a recolectar dos premios- y Ferreira tercia en la conversación para recordar que, "independientemente del resultado que se ve en el montaje, lo importante de este trabajo es el proceso que cada una de las chicas experimenta".

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